Año CXXXIV
 Nº 48.966
Rosario,
martes  12 de
diciembre de 2000
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Infierno en la 25ª. Informe e imágenes reservadas del desastre
Cómo fue el incendio del penal según la pericia de los bomberos
Un experto indicó que los internos bloquearon con fuego los únicos puntos por los que era posible huir

Jorge Salum

Los detenidos alojados en la seccional 25ª no prendieron fuego sólo a los colchones sino a todo lo que encontraron a mano dentro de sus propias celdas. Lo hicieron en dos lugares distintos, aunque cercanos, y los únicos por donde habrían podido escapar de su propia trampa. En pocos segundos el lugar se convirtió en una hoguera, con secuelas letales para quienes iniciaron el incendio y también para los que miraban desde adentro de las celdas.
Estas son algunas de las conclusiones a las que arribó un experto de los Bomberos Zapadores acerca de lo que ocurrió en la comisaría de Pueblo Nuevo el 15 de noviembre. Esa tarde, tres reclusos murieron y siete días después el saldo de la tragedia había subido a 13 víctimas fatales.
La pericia de Bomberos Zapadores fue agregada al expediente de la causa judicial, que está a cargo de la jueza Susana Portilla de Pigliacampo. Su contenido se conoce recién ahora, a través de este diario, ya que Pigliacampo aún no levantó el secreto de sumario.
Según el estudio, los reclusos prendieron fuego deliberadamente a los colchones y los otros elementos. Curiosamente, también intenta una explicación acerca de por qué lo hicieron: según el perito, todo fue producto de un lógico enojo al ser descubiertos cuando intentaban una fuga.
Según el informe del subcomisario Gerardo Raniero Frea, de Bomberos Zapadores, el calor y el humo producidos por las llamaradas crearon dentro del penal una atmósfera prácticamente mortal que derivó en los resultados ya conocidos.
Los bomberos rosarinos llegaron a la seccional de Pueblo Nuevo a las 17.05 del 15 de noviembre, exactamente 15 minutos después de recibir un llamado del Comando Radioléctrico de Villa Gobernador Gálvez. Iban a bordo de la autobomba 251 y estaban al mando del oficial ayudante Daniel Almada.
Lo primero que encontraron fue un gran caos. Mientras los médicos atendían a 21 reclusos, los bomberos voluntarios de Villa Gobernador Gálvez y varios policías intentaban combatir las llamas con agua y extinguidores. Los Zapadores ayudaron a terminar la tarea y después ingresaron a la zona de calabozos y el patio para los reclusos, de 12 metros por 8, donde encontraron un gran desorden.
Había un desorden total: ropa, sillas plásticas, frazadas, papeles, cartones, sábanas, colchones, utensilios diseminados por doquier, escribió Raniero Frea en su informe. Todo fue utilizado para encender el fuego. Además, el perito observó que había una mayor acumulación de todos esos elementos sobre las puertas de ingreso a los calabozos y al patio, que coinciden con los dos focos de incendio. Esto demuestra que los reclusos lo usaron para hacer la hoguera.
La combustión de esos objetos fue considerablemente rápida y generó condiciones letales para los reclusos, por efecto del tremendo calor y también por la generación de humo extremadamente tóxico para las personas.
El humo denso que produjo la quema de los colchones de poliuretano liberó diferentes gases, cuya inhalación resultó fatal para los reclusos. Uno de esos gases, acaso el más letal, es el cianuro de hidrógeno, un elemento de alta toxicidad que inhibe la asimilación de oxígeno por las células y por eso mismo resulta fatal. También hubo grandes cantidades de anhídrido carbónico y acroleína, un irritante sensorial y pulmonar particularmente potente relacionado también con la combustión de los colchones de poliuretano.



El cuerpo de un recluso yace en el patio del penal.
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