Año CXXXIV
 Nº 48.965
Rosario,
lunes  11 de
diciembre de 2000
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Editorial
El paro de la prepotencia

En el sector que sin dudas representa el mayor y más difícil de los desafíos de la actual administración municipal -el vapuleado y decadente servicio de transporte público-, los rosarinos volvieron a pagar los platos rotos de un conflicto al que jamás estuvieron invitados. Ocurrió el jueves pasado, cuando la Unión Tranviarios Automotor (UTA) dispuso, de manera intempestiva y sin tener en cuenta ninguna otra consideración más que el interés y el deseo de su dirigencia, un paro total de actividades a partir del mediodía.
La medida de fuerza se cumplió de manera implacable y con una efectividad digna de mejor causa. Fue otro verdadero triunfo de la prepotencia y la desconsideración más absoluta hacia los usuarios, que son los únicos que, en definitiva y en cuanto deben oblar sin alternativa posible el pasaje en los ómnibus, sostienen el sistema. Porque esto debe ser entendido de una vez por todas: son los sectores sociales más carecientes los que, al tener que recurrir irremediablemente al transporte público para trasladarse, los que financian las ganancias de los empresarios (nadie trabaja a pérdida siempre), los sueldos de los trabajadores y el dinero con el cual viven, casi siempre con una holgura muchísimo mayor que la de sus propios representados, una dirigencia y una burocracia sindical que no vacila ante las consecuencias lamentables que puede provocar la materialización de sus ambiciones.
Hasta que al filo de la medianoche no se alcanzó un acuerdo precario (quedarán las 600 unidades que hoy prestan servicios y se discutirá el pago de las horas no trabajadas), el jueves pasado la prepotencia sindical hizo que la ciudad estuviera doce horas sin transporte. Y que ello ocurriera como consecuencia de una asamblea realizada apenas unas horas antes, luego de que 20 conductores de la empresa Las Delicias recibieran telegramas de suspensión en sus labores. Es decir, el paro se concretó sin ninguna advertencia y, obviamente, sin que nadie pudiera tomar resguardo alguno.
Se trató de una asamblea en la que, sin contemplación por los usuarios que serían sorprendidos en medio de sus actividades, a tenor del titular de la UTA, fueron las bases las que, supuestamente por propia iniciativa, habrían decidido la intempestiva acción. Manuel Cornejo posee un estilo de conducción gremial que ya ha sido valorado convenientemente por la Justicia. Con los hechos de la semana anterior, ha ratificado esa condición.
El servicio de transporte constituye el mayor y más difícil desafío de la presente administración municipal, frente al cual, por el largo tiempo transcurrido, cada vez caben menos las justificaciones por inacciones o errores. Lo que finalmente haga con él será por lo que en mayor parte la juzgará la historia, aún cuando, como sucedió el jueves pasado, pueda existir alguna excusa generada por actos de nítida prepotencia sindical.


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