El 29 de noviembre Chile pateó el tablero y decidió aceptar la invitación que le cursó el gobierno de Estados Unidos para iniciar negociaciones bilaterales con el objetivo de firmar un tratado de libre comercio. Esta noticia cayó como un balde de agua fría en el gobierno brasileño que teme que la Argentina siga los pasos del país trasandino, complicando los sueños de hegemonía subcontinental del socio mayor del Mercosur.
Por el momento, los ministros de Economía y Relaciones Exteriores de la Argentina, José Luis Machinea y Adalberto Rodríguez Giavarini respectivamente, mantienen el bajo perfil para no irritar a Brasilia, pero abonan la idea de que el Mercosur se acerque al Nafta (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), a la vez que se adelante el ingreso del bloque al Alca (Asociación para el Libre Comercio de las Américas).
Chile sorpresivamente dio inicio a negociaciones con Estados Unidos, pero aclaró que su acercamiento al país del Norte no altera su vocación de convertirse en socio pleno del Mercosur.
Sin embargo, la diplomacia chilena sostiene que su ingreso pleno al bloque sudamericano tiene dos condiciones: la baja de los aranceles del Mercosur a los niveles de Chile y la autonomía en las negociaciones comerciales hasta que no se establezca un arancel Chile-Mercosur.
En Santiago están convencidos de que la integración con el Mercosur es muy beneficiosa, pero asociarse con Estados Unidos les traerá -aseguran- algunas ventajas adicionales para nada desdeñables: una fuerte baja del riesgo país que atraería inversiones a la región.
La mayoría de los analistas plantean que un acuerdo entre Chile y Estados Unidos no se darían en el corto plazo, y que en realidad Washington buscó mojarle la oreja a la pretendida hegemonía brasileña en la región haciendo fracasar cualquier posible integración de Chile al Mercosur, que fortalecería al bloque regional de cara a las negociaciones por el Alca.
La canciller chilena, Soledad Alvear, explicó que Chile lleva adelante una política exterior de regionalismo abierto, y remarcó que esto no es una sorpresa, minutos antes de firmar el comienzo de las negociaciones comerciales y entrevistarse con la directora de Comercio Exterior de EEUU, Charlene Barshefsky.
Brasil está ofendido
Tres días después de enterarse de la novedad, el canciller brasileño, Luiz Felipe Lampreia, dijo que las negociaciones del bloque (Mercosur) con Chile quedaron suspendidas. Dos días más tarde Brasil anuló una reunión técnica con los trasandinos para analizar su ingreso pleno.
Lampreia dijo que Chile tiene derecho de hacer acuerdos con quien quiera, pero vamos a dejar muy claro que exigiremos las compensaciones a las que tenemos derecho, afirmó. El canciller recordó que Chile tiene desde hace tres años un acuerdo de preferencias comerciales con el Mercosur y dijo que si Chile alcanza un acuerdo con otros países perjudicará a quien ya venía negociando bilateralmente, ya que si extiende las preferencias a otros países, Brasil pierde, dijo.
El gobierno de Fernando Henrique Cardoso es reticente a un acercamiento a Estados Unidos si no le aseguran igualdad de condiciones comerciales, pero Washington jugó fuerte y cursó la invitación a Santiago. Brasil se ve a sí mismo como una potencia en ciernes y su clase dirigente admite las ventajas del Alca, pero primero quiere fortalecer el Mercosur, del cual es claramente el socio mayor, con la integración de Chile, para a partir de allí participar de las negociaciones por el Alca, bloque contra bloque, de modo de hacerlo desde una posición más fuerte.
El ni de la Argentina
Mientras tanto, la postura argentina siempre navegó entre dos aguas. Cancillería se alinea con Itamaratí pero Economía coquetea con Washington. El ingreso de Chile al Mercosur desde la visión de Argentina es un arma de doble filo: por un lado se balancearía el poderío de Brasil dentro del bloque, pero por el otro corre el riesgo de que Brasil y Chile unan sus fuerzas en detrimento de Argentina.
Frente a la decisión de Chile, el gobierno mantuvo un discurso conciliador. El canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini, enfatizó que los países de la región están en condiciones de adelantar en un año las negociaciones por el Alca y señaló que hay acuerdo en ese tema con los Estados Unidos y Brasil. La noticia cayó en un momento particular. El 14 de este mes en Florianópolis se realizará una cumbre de presidentes de los países del Mercosur, y allí se analizará la iniciativa argentina sobre el Alca.Consultado sobre la posición de la Argentina frente a la actitud de Chile, el canciller sentenció: Todo esto continúa en Florianópolis.
Guiños a Washington
En cambio, desde Economía, la movida de Chile fue vista con buenos ojos. Según trascendió en los medios de prensa, el ministro Machinea le habría dicho al subsecretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner, que la elección de Santiago había sido acertada.
Más tarde Machinea salió a aclarar la postura de Argentina, y dijo que entre las prioridades y objetivos del país, el fortalecimiento del Mercosur ocupa un lugar central. Agregó que en ese contexto es que hace algunos días mencionó la conveniencia de que el país, a través del Mercosur y en conjunto con los demás países miembros, acelere el proceso de negociaciones con el Nafta, sin excluir otros bloques.