El equipo estadounidense integrado por Tiger Woods y David Duval, con un total de 186 golpes, 30 bajo el par, está liderando el Campeonato Mundial de Golf, tras la tercera vuelta cumplida ayer en el campo del Buenos Aires Golf Club, en Bella Vista. Por su parte, Argentina, representada por Eduardo Romero y Angel Cabrera, comparte con Nueva Zelanda la segunda posición al concretar ayer una vuelta de 65 golpes y sumar 189 en el total. Lejos de los vanguardistas, el equipo que los sigue es Canadá con un total de 195 golpes. El astro no está todo lo inspirado que es capaz, a un tiro bueno le sigue otro irregular. Su magia no termina de aparecer en el Buenos Aires Golf Club. Sin embargo Tiger Woods y su compañero David Duval pusieron al equipo estadounidense al tope de las posiciones luego de cumplirse la tercera vuelta de la competencia. Algunos dirán que es una de las licencias que gozan los grandes. Y es verdad, sin dudas. Porque Tiger se dio el lujo en el hoyo 14 de poner por primera vez en el torneo a su país adelante, cuando embocó un soberbio putt barranca arriba metiendo la pelota por la derecha del hoyo. Fantástico. Inmediatamente después se permitió en el hoyo 15 sacar un tiro defectuoso que depositó su pelota en el agua. La falla del número uno la subsanó rapidamente Duval, quien con una firmeza pasmosa embocó su putt para salvar el par de ese hoyo. Mientras tanto, los neocelandeses continuaron con su juego silencioso pero eficaz. Nobilo hizo birdie en el hoyo 15 para volver a igualar con los Estados Unidos la primera posición con menos 27. Este equipo de Nueva Zelanda transmite al espectador una conjunción muy particular y a su vez saludable. Nobilo representa la imagen de la concentración, mientras que Greg Turner deja la sensación de divertirse con cada tiro. Ambos juegan un golf de alto vuelo, con tiros de approachs francamente soberbios y un juego corto que resulta demoledor para cualquier adversario. ¿Y, la Argentina..? Sigue en la pelea, por supuesto. No obstante hay que hacer algunas consideraciones oportunas a esta altura del campeonato cuando restan apenas 18 hoyos por disputarse. En primer lugar es probable que sea beneficioso para los argentinos tener que salir a jugar la última vuelta peleando desde atrás. Este hecho le quita la tremenda presión que conlleva mantener la punta con figuras como Woods, Duval o Nobilo respirando en la nuca. Pero al mismo tiempo, también es cierto que ayer el equipo erró más de la cuenta arriba del green. En especial Cabrera, quien no logró embocar en el 13 de un metro y medio para igualar la primera posición, y tampoco logró el objetivo en el 16 para citar sencillamente algunos ejemplos. Esto significa un mal que los golfistas profesionales argentinos conocen bien: la ausencia de eficacia que en ocasiones exhiben con el putter. Es un mal argentino que parece no poder erradicarse. La cuestión consiste en preguntarse si esta ineficacia es sólo transitoria (es decir por la jornada de ayer) o si llegó para instalarse definitivamente en Romero y Cabrera. Esperemos, sinceramente que sea lo primero. Porque de lo contrario lamentablemente las expectativas argentinas en esta Copa del Mundo se van a ir desvaneciendo sin remedio alguno. Tal vez ese águila de Cabrera en el hoyo 17 pueda ser premonitorio para la electrizante definición que propone el juego hoy. Lo que hagan los argentinos dependerá de su eficacia en el green.
| |