Elbio Evangeliste
La experiencia, como en todos los órdenes de la vida, tiene un peso inconmensurable. De ella se valió San Telmo, un equipo que con sólo quince minutos de fútbol se las ingenió para quebrar la resistencia de un Argentino que dio todo lo que tenía, dejó el alma en la cancha, pero que le faltó lo más escencial: el gol. El fútbol que desplegó el albo no fue el ideal, aunque debió retirarse de la cancha, al menos, con un punto, pero el fútbol tiene esas cosas... y perdió 2 a 1. Ese puñado de jóvenes salaítos pagaron demasiado caro los errores cometidos, especialmente en los primeros veinte minutos de partido, aunque no hay que quitarle méritos a San Telmo, que encontró en Pontelli un jugador que, cuando se lo propuso, hizo lo que quiso. El habilidoso volante candombero avisó a los once minutos que su equipo había venido a Rosario a buscar un triunfo cuando ensayó una jugada digna de elogios, pero su disparo se fue por encima del travesaño. Final distinto tuvo la jugada del minuto trece. Pontelli, con total tranquilidad, escapó a la marca de Gómez y asistió a González para que este clavara su derechazo junto al palo derecho de Barrios. Y Argentino no asimiló el golpe. La desconcentración en la última línea seguía siendo notoria, si no no se entiende cómo el débil centro de Leiva desde la izquierda a los 15'-se coló en el segundo palo sin que nadie la tocara- no haya podido ser despejado por ningún defensor. Los pibes de Oscar Díaz querían, sin saber cómo, revertir la historia. Pusineri estuvo a punto de achicar la diferencia, pero el palo derecho de Andina Silva dijo no, mientras que Cortalezzi contó con un par de chances inmejorables, pero su excesiva lentitud le jugó una mala pasada. El funcionamiento de Argentino en los segundos 45' fue distinto. El equipo se paró unos metros más arriba, Ariagno se encargó de la marca de Pontelli, pero la solución total del problema requería un plus extra. El gol de Pedernara a los 8' otorgó un poco de alivio, pero nada más que eso. Las buenas intenciones quedaban truncas por la falta de claridad a la hora de dibujar un ataque de manera inteligente. Más allá de alguna jugada de peligro, Argentino abusó de los pelotazos, los que se tornaban presa fácil para la defensa candombera y así, todo costaba el doble. Si hubiese sido empate nadie podría haber hablado de un resultado injusto, pero San Telmo marcó y aguantó el resultado con tranquilidad. Una cuestión de goles y oficio.
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