Robinson o El desafío de nunca acabar

Silvio Mario Valli

Oiga, Don Valli. Que le parece si nos postulamos como participantes a Expedición Robinson II, ahora que han abierto la inscripción para la segunda parte.
Hágalo usted, Out, que es un seductor nato...porque de seducir se trata o acaso cree que Adrián Miani, el portuario que puteaba y rezaba, simultáneamente, en el juego de inmunidad final, se llevó la última estaca por capaz. Vamos, Picki Paino, Eva del siglo XX, reivindicando la caída del paraíso, lo dejó ganar para que participara de la elección final. Aunque, mujer al fin, imprevisible (o equitativa) lo bochó en la votación final.
¿Y que tiene que ver todo esto con la seducción, Don Valli?
Mire Out, usted es muy ingenuo o yo, como dijo el sabio, pienso mal y acierto. Fíjese en las confesiones de Marisa Correas, que llegó a los tramos finales, sobre el backstage de la expedición real: Hubo sexo. No se evidenciaba, no se hacía en medio del grupo. Sé que hubo. Obviamente no puedo decir entre quienes. Fue en la intimidad. Sin cámaras, o de Rodrigo Chopper Bedoya: Sí sé que hubo sexo. Es más, el desencadenamiento del programa tiene mucho que ver con historias sexuales.
Usted, Don Valli, me quiere decir que otra vez el sexo, como en la leyenda bíblica, tuvo que ver con la expulsión y la permanencia en el paraíso mediático de los participantes.
Sí Out, usted saque sus propias conclusiones. Playa, sol, nada que hacer, salvo los reallity-game-show, y en fin toda la permanencia en la isla -sabia y perversamente- editada, para exhaltar las situaciones que puedan interesar a fisgones televisivos ávidos de ver, cual cobayos, como sobreviven los émulos de Robinson Crusoe.
Si Daniel Defoe, el autor británico que en 1719 escribió la novela que da título al programa televisivo, pudiera opinar, no me cabe ninguna duda (¡qué arriesgado no!) que confirmaría los chismes Marisa Correas y de Chopper, o acaso olvida usted, Out, que el Robinson de la novela tenía su propio Viernes.