Gustavo Orellano
Casilda. - Un episodio inédito aconteció en el juzgado casildense cuando un martillero debió suspender el remate de una vivienda porque las partes en pugna arribaron a un acuerdo cordial y sin sobresaltos. Si bien un grupo de vecinos ingresó a los pasillos del tribunal para ejercer presión e impedir la subasta, la predisposición del demandante por llegar a un arreglo no se hizo esperar y sorprendió a todos. Lejos de producirse incidentes reinó la calma e incluso la actitud que tomó el acreedor generó el respeto y hasta casi la simpatía de los manifestantes, entre los cuales algunos no podían salir del asombro ni creer lo que había ocurrido. La frustrada subasta del inmueble se originó a raíz de un crédito hipotecario que tomó oportunamente Mirta Aquina de Farías y que se vio en la imposibilidad de cancelar por sus altos intereses. El préstamo original fue de 10 mil pesos, aunque solamente recibió ocho ya que le descontaron el 20 por ciento en concepto de gastos administrativos. La mujer devolvió ocho mil pesos de capital, pero al no poder hacer frente al pago de los intereses el volumen de la deuda creció y se le tornó inmanejable, razón por la cual terminó en juicio y con la consiguiente orden de remate. Sin embargo y para sorpresa de muchos, cuando Farias y su familia estaban prácticamente resignados a perder su vivienda el destino quiso que corrieran otra suerte. Sin duda la presencia del grupo de vecinos que se concentró en el juzgado junto a representantes de organismos como Asuserfi, Movimiento en Defensa de la Vivienda Unica, y Movimiento de Mujeres en lucha, fue una herramienta de presión para que la subasta no se concrete. No obstante, sino hubiese sido por la buena voluntad del acreedor, Carlos Deguer, tal vez podría haber sido otro el desenlace o las circunstancias que se desarrollaron para que el remate quede sin efecto. El demandante aceptó refinanciar el pago en base al capital original para aplicarle una tasa de interés pasiva como la estipulada en Banco Nación y a la vez reconocer el dinero entregado, hasta el momento, por la beneficiaria del crédito. Voy a cobrarle de acuerdo a sus posibilidades. Pongan ustedes la forma de pago y la tasa de interés que le resulte más conveniente para evitar problemas, le propuso Deguer a sus deudores y a los vecinos que habían entrado en la oficina donde el martillero y el secretario del juzgado comercial y laboral de Casilda estaban confeccionando el acta de la suspensión del remate.
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