El truco consiste en cambiar: cortarse el pelo, teñirlo, raparse, dejarse crecer la barba, adelgazar. Al reconocimiento en rueda de personas nunca hay que ir con el mismo look del día del robo, ese es el secreto. Y cuanto más distinto se luzca, tanto mejor.
El ardid es tan viejo como la existencia del delito, y algunas veces da resultado. Algunas veces, pero no siempre.
A Julio Marcelo Jaime, de 27 años, el ardid no le sirvió para zafar de una acusación por robo a mano armada. Peor que eso, se le volvió en contra y terminó con una sentencia condenatoria. Si el fallo queda firme, pasará seis años y tres meses en prisión por robo calificado.
Jaime entró a robar en un salón de ventas de bulevar Oroño al 3000. Fue el 22 de enero de este año. Con un arma amenazó a las personas que estaban dentro del negocio, y así se apoderó de una suma de dinero. Después se subió a una moto y desapareció.
Cuando llegó la policía, dos de las víctimas lo describieron en detalle y contaron cómo era la moto. Y luego lo reconocieron en un álbum de fotos.
Pasó un tiempo hasta que pudieron detenerlo y para entonces Jaime ya lucía una barba que no tenía el día del atraco. Los dos testigos igual lo reconocieron e hicieron notar el detalle sobre la barba.
Hubo otros indicios que lo comprometieron en el robo. Uno de ellos fue la moto que le secuestró la policía el mismo día que lo detuvo: era igual a la que describieron las víctimas del atraco.
El otro fue todavía más contundente. Los dos testigos que lo reconocieron en rueda de personas le contaron al juez de la causa un dato sorprendente: que una mujer se les había acercado para pedir que no lo señalaran.
Una condena anterior
Para el juez Ernesto Genesio, secretaría de Ernesto Eiris, fue suficiente por más que Jaime negara ser el asaltante (A esa hora estaba trabajando en una obra en construcción, dijo).
Genesio tuvo en cuenta que los dos testigos coincidieron al señalar a Jaime, y también al describir los cambios en su aspecto físico al momento de reconocerlo. Es frecuente que los imputados traten de confundir a los testigos, y éste es el caso, dijo el juez en el fallo a propósito del detalle de la barba.
Para Genesio, Jaime resultó culpable. Por eso lo sentenció a cinco años y seis meses de prisión. Sin embargo, la pena terminó siendo más severa porque el acusado tenía una condena anterior en suspenso que el juez ahora revocó. Al unificar ambas sentencias, la pena se fijó en seis años y tres meses.
La defensa apeló y ahora el fallo será revisado por tres jueces de Cámara.