El ladrón rodeó el cuello de Nancy Catalina Durand con la funda de una almohada y apretó con todas sus fuerzas. La mujer acababa de descubrirlo dentro de su casa y es seguro que lo reconocería. Por eso no dudó un instante y se abalanzó sobre ella en la cama donde descansaba. Después tiró de la funda hasta que la víctima quedó inmóvil, y lo hizo tan fuerte que la mujer murió asfixiada.
Pronto lo descubrieron y el ladrón se enfrentó a una acusación y un juicio por un robo que terminó en homicidio. Era Jorge Alberto Gorosito, un albañil de 19 años.
Hace seis meses, un juez lo condenó a 15 años de prisión. Fue robo seguido de muerte, juzgó el magistrado. La fiscal no estuvo de acuerdo y apeló: para la acusadora, el crimen fue más grave y por lo tanto merecía una sanción más severa. Cometió un delito (el homicidio) para garantizar y ocultar otro (el robo), dictaminó ella. Y pidió prisión perpetua.
Ahora, la Cámara Penal acaba de darle la razón a la fiscal, aunque en un fallo dividido: con el voto de dos magistrados y la disidencia del tercero, la Sala II modificó la calificación legal del caso y elevó la pena: de 15 años de prisión a prisión perpetua.
El homicidio
Durand tenía 65 años, era psiquiatra y vivía sola en Artigas 681, en la zona norte de la ciudad. Tenía una hermana con la que se veía todos los días y era amiga de sus vecinos.
Fue asesinada la noche del 13 de octubre de 1998, pero al cadáver recién lo encontró la mañana del 15 de octubre un albañil que estaba reparando la casa.
El cuerpo estaba sobre la cama y en toda la casa había un gran desorden. Alrededor del cuello tenía la funda de su propia almohada.
Los detectives de la Brigada de Homicidios encontraron rápidamente un sospechoso: el albañil que hasta no mucho tiempo antes había trabajado en casa de la víctima. Apenas lo interrogaron, él contó todo. Pero hizo una aclaración: sólo fue a la casa con intención de robar. Yo no quería matarla, dijo.
Después Gorosito mantuvo su confesión frente a la jueza Carina Lurati, quien se hizo cargo de la investigación. También contó detalles acerca de lo que ocurrió aquella noche. Así se supo que primero tocó el timbre y pidió a Durand que lo dejara pasar al baño. Pero al irse notó algo: la mujer permaneció recostada sobre su cama y no se levantó a cerrar la puerta con llave.
Gorosito entendió que era su oportunidad para entrar sin que Durand lo notara. Así lo hizo, aunque muy pronto fue sorprendido por la dueña de casa. Como la mujer comenzó a gritar, se tiró sobre ella y echó mano a la funda de la almohada. No quería que me reconociera, explicaría después el asaltante.
Tras dejarla inmóvil sobre la cama, el visitante tomó unos pocos pesos -80, según consta en la causa- y se fue por donde vino.
Criminis causa
Tiempo después, cuando ya estaba detenido, dijo que sólo se propuso asustar a Durand y que ella se cayó y se golpeó la cabeza contra una mesita de luz. Quiso, con ese argumento, atenuar su responsabilidad en el homicidio. Cuando yo me fui ella respiraba, aseguró. La autopsia destruyó su ardid al probar que la mujer murió por asfixia mecánica: la había ahorcado.
Había dos posibilidades: lo condenaban por robo seguido de muerte, o bien por homicidio calificado criminis causa, es decir homicidio para facilitar, consumar, ocultar o asegurar el robo que había ido a consumar. Aunque la fiscal Elida Rivoira se inclinó por la segunda opción, el juez de Sentencia Alberto González Rímini juzgó que correspondía aplicar la primera y lo condenó a 15 años de prisión, que se convirtieron en 16 y medio porque también le revocó una pena anterior que estaba en suspenso.
Rivoira apeló y el caso subió a la Sala II de la Cámara Penal. Allí, dos magistrados -Ramón Teodoro Ríos y Humberto Giménez- dictaminaron que Gorosito cometió un delito criminis causa, es decir un delito para ocultar otro. Matando a Durand se aseguró que no lo delatara.
Otro camarista -Juvencio Liberal Mestres- votó en disidencia porque entendió que al menos hay dudas razonables sobre la verdadera intención del homicida. Con ese resultado la sentencia fue modificada, tanto en la calificación legal como en la pena. Y los 15 años de prisión se convirtieron en prisión perpetua.