Año CXXXIV
 Nº 48955
Rosario,
sábado  02 de
diciembre de 2000
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Editorial
Por el Parque Italia

Con más de 60.000 integrantes, la italiana es la colectividad extranjera más numerosa de Rosario. Ni qué hablar de los cientos de miles de conciudadanos que, en mayor o menor grado, llevan en sus venas algo de la fecunda sangre aportada por aquel entrañable y bellísimo país europeo. Esta circunstancia hace que cada vez resulte más perentoria la necesidad de concretar una vieja aspiración, como es la de honrar a la patria de origen de esos esforzados inmigrantes que llegaron aquí para hacer realidad un sueño: labrarse el porvenir y el de los suyo en este país abierto a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitarlo.
Por eso hace ya demasiado tiempo se pensó en erigir un parque que rindiera merecido tributo a la Italia de tantos ancestros rosarinos. Debido a inconvenientes diversos, la idea nunca pudo plasmarse en obra. Ahora todo promete ser distinto.
Eso es lo que se desprende del compromiso específico de que serán capitales italianos los que afrontarán el desembolso de los 10 millones de dólares que demandará la materialización de la iniciativa. Un proyecto que prevé un auditorio para conferencias, un anfiteatro al aire libre, una biblioteca, una confitería, un geriátrico para abuelos de origen itálico, una construcción para que funcionen diversas asociaciones peninsulares, una playa de estacionamiento para 600 vehículos y mucho parque. La obra, que podría concluirse a sólo tres años, está prevista en unas cuatro hectáreas del predio ubicado hacia el sur en la intersección de bulevar 27 de Febrero y la avenida Belgrano, frente al Centro Universitario.
El terreno se encuentra en la actualidad ocupado por las viviendas precarias de unas 150 familias de carecientes. Viviendas que deben ser erradicadas a efectos de que comiencen los trabajos. Esa misión, junto con la regularización del dominio del suelo, es responsabilidad de la Municipalidad, que tiene previsto concretarla con parte del préstamo de 43 millones de dólares ya aprobado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con el objeto de solucionar parte del enorme problema global que padece la ciudad respecto de sus villas de emergencia.
Sería un verdadero crimen urbano que, estando asegurada su financiación total por un aporte de capital italiano, la importante obra acabara nuevamente postergada. En consecuencia, urge agotar esfuerzos y acortar plazos a efectos de que, aunque más no sea, esas precisas cuatro hectáreas necesarias resulten liberadas. Esto debe hacerse aun cuando el prometido crédito del BID no haya sido todavía desembolsado. La importancia de todo lo que se halla en juego con la cuestión justifica tamaño requerimiento.


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