Año CXXXIV
 Nº 48955
Rosario,
sábado  02 de
diciembre de 2000
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River: Volver de Río con la frente marchita
Tras la derrota en la Copa Mercosur, se vienen tiempos de cambio y replanteos en el seno de River

Alfredo Davicce, el hombre fuerte de River, estaba despeinado y triste luego de la anunciada despedida del equipo de la Copa Mercosur. Pero eso no le impidió dejar una sentencia muy particular: Así como otros tienen mucho tiempo para festejar, a nosotros nos queda la posibilidad de prolongar el análisis, es una obligación.
Al cabo, Davicce no hizo otra cosa que utilizar un par de eufemismos para referirse a dos cuestiones muy puntuales: 1º) la urticaria que le provoca a River ver a Boca campeón mundial y a las puertas de otro título local y 2º) la incipiente crisis futbolística -¿e interna?- que atraviesa el equipo.
En Brasil hubo una importante presencia de dirigentes. Si se repara en que el equipo necesitaba de un milagro para revertir el 1-4 del choque de ida ante el Vasco, ¿cuál fue el motivo que los llevó a viajar?
La respuesta es mucho menos compleja de lo que puede suponerse: buscaron tomar distancia de la fiebre xeneize que se vive tanto en Buenos Aires como en el resto del país. La conquista mundial de Boca provocó una desazón generalizada en Núñez. Es que, tal como podrían suscribir los unos y los otros, todo lo que pasa allá repercute acá, para bien o para mal.
Más allá de que en los próximos días le renovarán el contrato hasta el 31 de diciembre de 2001, los dirigentes están bastante disconformes con Gallego por varias razones. La primera y principal, la casi nula cintura política que muestra a la hora de hacer declaraciones públicas. El entredicho que mantuvo con Leonel Gancedo es un claro ejemplo de ello.
Ya en un segundo plano, le cuestionan la propensión de algunos jugadores, como Ortega, Trotta y Aimar, a pelearse y discutir con sus rivales. Ortega y Trotta se fueron expulsados por cuestiones reñidas con el profesionalismo y el compañerismo.
Los dirigentes saben que Gallego no puede estar dentro de la cabeza de los futbolistas, pero le reclaman -y le seguirán reclamando en los próximos días- que los jugadores se comporten como verdaderos profesionales.
Se avecinan tiempos de cambio, porque al menos cuatro jugadores se irán a otros destinos, ante la necesidad de achicar un preocupante pasivo que asciende a 48 millones de dólares.
River se aferra a una remota ilusión: que Boca tropiece un par de veces en el Apertura. Sin embargo, no son pocos los protagonistas de la vida de River que ya están pensando dónde recluirse si Boca llega a salir campeón de nuevo.



Gestos adustos al llegar a Ezeiza.
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