Rodolfo Bella
De pies y manos, la obra de Roberto Cossa, se presenta hoy, a las 21, en el Auditorio Fundación Astengo, Mitre 748. Federico Olivera, protagonista de la pieza junto a Raúl Rizzo, Ana María Caso, Verónica Piaggio y Manuel Vicente, aseguró a Escenario que la obra, que describe las contradicciones de un militante político que sobrevivió a la dictadura, tiene múltiples niveles de lectura: el político, el familiar y el de los vínculos. El actor, que actualmente interpreta a Javier en la telenovela Los médicos de hoy que se emite Canal 3, dijo que la televisión, medio en el que desarrolló su carrera, consagra con la misma rapidez que olvida. -¿Qué niveles de lectura propone esta obra que tiene bastante de absurdo? -La obra tiene múltiples lecturas y se puede ver en varios planos: el político, el de la familia y el de los vínculos. Una especie de metáfora con respecto a la sociedad, no tanto por los roles de los personajes, como la madre o el amigo, sino por las ideas que defienden. -¿Cómo se estructura la pieza? -Está estructurada en torno a las ideas de un profesor, el personaje que hace Raúl Rizzo, y describe las transformaciones y la evolución del universo de sus ideas. Esos cambios van dejando rastros, y esos rastros serían también nuestros personajes. -¿Esa metáfora sobre la sociedad refleja la actualidad? -No. Creo que la actualidad es algo que cambia permanentemente porque las cosas no son estáticas. Sí sería un poco la realidad de estos últimos treinta años porque la obra es casi como un sueño desprolijo, donde aparecen un montón de ideas que están en discusión, pero que no terminan de resolverse. Esto, para el espectador, es bastante ingrato, porque va abriendo puertas que estaban clausuradas. -¿Cuál es el eje ideológico de la narración? -Se exponen las grandes ideas. Miguel sería como un militante de izquierda frustrado, aunque tampoco eso está planteado de una forma lineal, porque se pone en discusión en distintos planos: uno doméstico, con el amigo, la madre, o la novia, y en ese contexto aparece un intruso, Hernán, que es mi personaje, un alumno que altera ese orden y que le recuerda al profesor sus contradicciones. Hernán vendría a ser el joven que Miguel fue. Es como una especie de fantasma o de conciencia. Cossa lo plantea como un personaje ambiguo que quiere ser aceptado por la familia y que es lo que los otros quieren que sea, y él se va adaptando para ser aceptado. -Nada mejor que el absurdo para hablar de las contradicciones... -Cossa lo plantea de esta manera porque no creo que tenga una actitud didáctica. Es la descripción de las contradicciones y creo que la obra expone algunos de los grandes temas. De todas maneras el teatro no tiene porqué dar respuestas y el absurdo está puesto en cuanto a los vínculos. -¿Qué te atrajo del texto? -Me interesó, básicamente, cómo están estructurados los diálogos. Cada línea dispara una nueva cosa y eso obligó a hacer un trabajo muy fragmentado y encontrar una línea de acción que le de coherencia. Me interesó esa especie de automático de cada personaje, donde cada uno aparece como una pata para poder seguir. No hay un dibujo demasiado claro de la acción y para los actores es muy complicado y los obliga a encontrar un mundo interno para poder desarrollar eso y plantearse los objetivos. Esta es una visión del texto que es distinta a la que se dio cuando se estrenó y creo que habrá tantas visiones como tantos espectadores. -¿Qué habías hecho en teatro? -Con estrenos formales nada, salvo en el Teatro San Martín cuando hice Escenas de la calle, un ciclo que dirigió Alejandra Boero, o La naranja mecánica, en la Escuela Municipal de Arte Dramático. En realidad, esta sería mi primer obra. -Vos trabajás en Los médicos de hoy y Raúl Rizzo acaba de concluir su participación en Primicias. ¿Llevar actores de televisión al teatro es un gancho para el teatro? -Creo que el público no elige eso. En el balance de la temporada en Buenos Aires, básicamente se fue a ver De pies y manos de Tito Cossa. Allí estamos nosotros, pero podrían estar otros actores. La corriente de público del Teatro del Pueblo, donde la representamos cuatro meses, es muy especial porque van a ver a los autores. Eso me parece interesante, porque es como la cultura del cine club. No sé si es un gancho, no podría pensar en esa dirección. Simplemente la hice porque me interesa la obra y personalmente pienso un poco más en los autores que en los actores. -¿Qué te aportó la televisión? -En televisión se trabaja de otra manera. El tiempo de búsqueda se da en el mismo trabajo y encontrás lo que querés hacer después de varios capítulos. Técnicamente se trabaja desde otro lugar, hay que apelar a los impulsos. Es como el trabajo anaeróbico, tenés que tener buenos piques, en cambio en el teatro sos como un corredor de fondo. Así lo que dura también en la memoria de la gente los trabajos en televisión y en teatro. -¿Dónde te sentís más cómodo? -Para el actor el teatro es su lugar. En teatro puedo dudar y preguntarme más cosas. La televisión te da popularidad, ser conocido, pero eso también es pan para hoy y hambre para mañana, porque te desconoce también muy rápido. -En Los médicos de hoy aparecen personajes de Los buscas que van por distintos canales, pero tienen el mismo productor. ¿Cómo funciona el cruce de personajes? -Creo que son ganchos, como chistes, para que atraer al público, pero que de todas formas no inciden sobre las historias principales. Creo que es un poco que para quien sigue esas historias se divierta viéndolos en otro contexto. Son como unos cameos largos, una estrategia de producción. -¿A dónde querés llegar? -Depende de los objetivos. Uno tiene que avanzar en uno, en sus capacidades para hacer determinadas cosas.
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