Muchos viven una aventura casi por accidente. Otros, en cambio, hacen de la aventura una forma de vida. En este segundo grupo se mueven con comodidad Marcelo Lezcano (28) y Favio Giorgio (33), dos rosarinos que el 12 de diciembre del año pasado partieron en una travesía en bibicleta para recorrer América latina. Después de pedalear 14.300 kilómetros, los ciclistas embarcaron ayer hacia su último destino: la isla de Cuba, donde se sumarán a un voluntariado de trabajo solidario. Queríamos tener algo para contarle a nuestros nietos, comentan los viajeros a través de una página en Internet que recrea su periplo.
Cuando hace casi un año Marcelo Lezcano y Favio Georgio dejaron Rosario sólo tenían por delante un sueño: recorrer en bicicleta América latina en un intento por recrear el recorrido de aquel viaje iniciático que realizara Ernesto Guevara en 1951.
Tras los pasos del Che, los rosarinos cruzaron las fronteras de la Argentina y se internaron en una docena de países: Chile, Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Bélice y México. Tras este objetivo cruzaron tres veces la cordillera de los Andes, se internaron en la selva amazónica, dejaron atrás ríos caudalosos y poblados ignotos. Así, los dos peligros mayores que vislumbraban a su partida, la lluvia y los trayectos cuesta arriba, quedaron convertidos en meras anécdotas.
Un plan simple
Cuando partieron, Favio y Marcelo pensaban terminar su travesía en abril. Ahora, la fecha de regreso todavía es una incógnita. Podrían hacer apuestas, proponen los ciclistas a parientes y amigos desde su página Web.
Pero el cambio de planes no fue caprichoso. Más de una tormenta, algunos accidentes, enfermedades, varias pinchaduras de gomas y roturas de las bicicletas modificaron sus planes y, en algún momento, hasta llegaron a hacer peligrar la continuidad del viaje.
La estadía en Venezuela será seguramente el trayecto más duro que tengan que recordar cuando terminen su travesía. En julio, Favio comenzó a sentir fiebre. En la localidad de Anzoategui, los médicos le diagnosticaron paludismo y pasó 30 días internado en el hospital de la comuna. Sin embargo, el episodio no los detuvo.
Estoy curado, y con ganas de seguir viaje, cuenta el ciclista, y aclara que hablamos con los médicos y dijeron que puedo seguir sin ningún inconveniente y me van a preparar un programa para ponerme en forma. Y, al parecer, fue efectivo y la enfermedad se transformó en una anécdota cuando siguieron su hoja de ruta por América Central.
Esta semana, los viajeros llegaron a México y desde allí comienzan a acariciar el fin de su aventura, aunque antes de dormir ya estén pensando en una próxima travesía.