Los vecinos de la avenida Rivadavia están muy molestos por los inconvenientes que les causan los boliches bailables de la zona. Ruidos, bocinazos, música a todo volumen, peleas, gritos, congestionamiento del tránsito y suciedad en las veredas fue el cuadro que pintó la gente acerca de lo que le toca soportar cada noche de fin de semana. Encima, se quejaron por la falta de controles municipales y la escasa respuesta al problema por parte de las autoridades.
Los habitantes del lugar no sólo exigieron que se terminen los ruidos y que haya controles, también quieren que las confiterías se vayan de allí. Se trata de una compleja situación, ya que avenida Rivadavia es una zona de radicación promovida para las disco, y en la que ya funcionan tres locales bailables (Satchmo, Moebius y News 21), hay otro en remodelación (Station) y dicen que se instalarán otros dos más.
Los vecinos organizaron ayer a la tarde una reunión en la plaza ubicada frente a dos de los boliches. Esperaron en vano la llegada de algún funcionario municipal (ver aparte) y el único que se acercó fue el concejal Juan José Giani (Frente Grande), quien recibió los palos de la gente.
Una disco en la ventana de casa
Los asistentes a la reunión plantearon que ya no pueden vivir más con la música de los boliches en la ventana de la casa. En muchos casos son vecinos linderos a los locales bailables o las viviendas están ubicadas al fondo de esos locales, con ingreso por las calles laterales. Es una catarata de ruidos en los que se mezclan gritos, música, bocinas y el resto, graficó Silvia Messina, quien convive con dos confiterías en la cuadra.
Constantina Recarte, cuya casa está sobre Pueyrredón al 100 bis, contó que cada mañana de sábado o domingo puede encontrar en su puerta los vidrios, las baldosas o el timbre rotos, y también manchas de orina o vómitos.
Sus habitantes creen que la zona fue promovida para instalar disco porque nunca imaginaron que iban a encontrar resistencia vecinal. Así, desde 1993, se fueron habilitando negocios del rubro. Y desde hace un poco más de un año ese sector de la ciudad se convirtió en el boom de la vida nocturna rosarina.
Los dueños de las disco de Rosario creen que los ruidos molestos provienen de los bares donde se baila, pero que no tienen la correspondiente habilitación, o de las pancherías y quioscos que venden alcohol a menores. Los vecinos admitieron en parte esa cuestión, a la vez que hicieron hincapié en el alto volumen de la música de algunas confiterías.
Consultados acerca de si se hacen controles municipales en el lugar, respondieron que sólo en los últimos días aparecieron inspectores de tránsito, y dijeron que nunca hubo mediciones de decibeles de ruido, salvo en el caso de la Silvia Messina, quien aclaró que en seis años vinieron cinco veces y no detectaron nada. Qué raro, ¿no?, se preguntó irónica.
Jorge Tonelli, otro habitante del barrio, entregó una carta enviada al intendente Hermes Binner en la que describen sus padecimientos. Fue recibida en la Mesa de Entradas de la Municipalidad hace un mes y medio y todavía esperan una respuesta, tal como plantearon en el escrito.
La Capital les preguntó si con mayores controles en cuanto a los ruidos y el tránsito se podrían aliviar los problemas, y Miriam, de Güemes 2450, contestó: No será suficiente, queremos que los boliches se vayan de acá. Una exigencia a la que adhirió el resto de los vecinos convocados.
Giani los escuchó e intentó dar algún tipo de explicación. Ante La Capital, calificó de compleja a la situación planteada, prometió estudiar el tema y gestionar a la vez una reunión entre vecinos y autoridades municipales.
La radicación de los boliches es un tema que parecía resuelto con la modificación de la ordenanza que regulaba su instalación. Con la nueva normativa se establecieron nuevos lugares de ubicación (antes no permitidos) y se cambió el metraje de la superficie tope de los boliches para determinadas zonas.
Pero lejos de considerarlo resuelto, la gente que vive en las inmediaciones de Rivadavia al 2400 y 2500 no quiere más habilitaciones e insiste con que se vayan los que ya están. Ofrecieron como alternativa para su localización los galpones que el municipio dispone en la vieja zona portuaria. Y al concejal Giani le solicitaron que se modifique la actual ordenanza y que haya una nueva que incluya los derechos de los vecinos, apuntó Miriam.