Hay un clima tenso que se acrecienta día a día y siempre abrimos al público con miedo. Lo que pasó aquí no fue un piquete de ruta como los de Tartagal y General Mosconi, en Salta. Acá actuó una banda de delincuentes, que tiene cinco o seis cabecillas perfectamente identificados y que azotan la zona. Y si la policía no intervenía esto iba a terminar como en el Líbano. La afirmación pertenece a uno de los comerciantes del barrio Municipal (bulevar Seguí al 5200) que habló con La Capital luego de los violentos incidentes del viernes a la tarde, en los que la policía dispersó con balas de goma y gases lacrimógenos a un grupo de hombres que intentó asaltar un supermercado ubicado allí.
Esos episodios tuvieron como condimento casi inédito dos casos de agresiones a periodistas. Por un lado, un grupo de delincuentes le arrebató a un equipo de Cablevisión una cámara. Por el otro, cronistas de los canales 3 y 5 fueron increpados y golpeados por comerciantes de la zona, enfurecidos porque -dijeron- los medios entorpecían la labor de la policía y colocaban a los uniformados en el rango de represores. Dejen trabajar a los milicos, váyanse, les gritaron a los hombres de la prensa gráfica y televisiva.
La inseguridad de cada día
El incidente con los reporteros mostró con total crudeza las sensaciones de inseguridad y de falta de respuesta por parte del Estado que tienen los comerciantes frente a la incontenible ola de robos que sufren en sus negocios. Y según dicen, muchos de sus vecinos de villa Banana, una de las barriadas más empobrecidas Rosario, son quienes los asolan con los delitos. Porque tenemos un negocio y comemos todos los días piensan que somos poderosos y nos asaltan. Nosotros tenemos deudas y créditos que pagar; estamos al límite, se defienden los comerciantes.
La situación entró en su punto álgido el viernes alrededor de las 15 cuando un grupo de jóvenes se concentró frente al supermercado de Seguí entre Felipe Moré y Matienzo y comenzó a arrojar piedras contra ventanas y portones. El fantasma de los saqueos de 1989 hizo el resto. A casi 24 horas de las corridas, los golpes, los insultos y las balas de goma, la calma parece haberse instalado en el lugar. Pero la tensión se respira en el ambiente, especialmente si uno se identifica como periodista.
Varios comerciantes aceptaron hablar con este diario, pero prefirieron no ser fotografiados. Lo de ayer (por la agresión a reporteros) fue un error grave y pedimos disculpas, señaló Angel, uno de los vecinos históricos del barrio. Hacía más de una semana que había rumores o manejábamos datos de saqueos, hacíamos guardias nocturnas y casi no dormíamos, argumentó.
Ustedes tienen que entender: somos pequeños comerciantes y un saqueo como los del año 89 nos deja en pelotas, muertos y nunca más vamos a levantar cabeza, aseguró Angel, en compañía de colegas de distintos ramos bajo un sol abrasador.
Muy cerca de allí, Juan todavía no salía de su asombro tras los incidentes del viernes. Vive en el barrio desde más de 40 años y durante varias horas pensó que iba a correr la misma suerte que en el año 89. En aquella época, la policía no actuó. Estábamos entregados. Ayer (por el viernes) la policía actuó correctamente. Si no hubiese intervenido, esto hubiera sido como Palestina, confesó con tono de amargura.
En guardia y con armas
Los dueños de los negocios que hablaron ayer están todos superados y desbordados por la sensación de inseguridad. En los últimos 15 días tuvimos no menos de diez robos. Son hechos menores, si por menores se entiende que un delincuente te apunte con un revólver y te afane 200 pesos de la caja. O que a una piba le saquen la bicicleta a punta de pistola, graficó uno de ellos.
El viernes, muchos de ellos se subieron a los techos de casas y negocios con armas de fuego particulares para defender lo suyo. Ayer no dudaron en hacer lo mismo en caso de produzca una situación similar a la vivida anteayer. Tenemos mucho miedo y nos vamos a quedar a defender lo nuestro, remarcó Angel. Estamos envenenados porque los que hicieron todo esto son delincuentes comunes. No fue un piquete en reclamo de trabajo. Eran delincuentes que estuvieron apunto de saquearnos sino intervenía la policía.