Jaqueadas por el creciente proteccionismo en el mercado internacional de productos oleaginosos, el complejo aceitero empieza a mirar hacia el mercado interno como alternativa de diversificación de sus actividades. La elaboración de combustibles a base de aceites vegetales, que por el momento es poco más que una idea en Argentina, es una de las llaves de esta búsqueda.
Fue el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara), Raúl Padilla, el encargado de instalar el tema con fuerza durante el acto en el que se celebraron los veinte años de la entidad. En ese ámbito, reclamó al gobierno un marco adecuado para lograr que el biodiesel se convierta en el corto plazo en un producto de utilización masiva en Argentina.
Lo dijo después de enumerar las crecientes trabas proteccionistas que enfrenta la industria, el principal complejo de exportación del país, en el mercado internacional. Especialmente por parte de uno de los grandes consumidores como China, que aumentó los aranceles para la importación de aceite para fomentar el desarrollo de su propia industria; y de parte de Estados Unidos, que alienta la sobreoferta de productos oleaginosos a través de los subsidios a los productores.
En ese contexto, Padilla se pronunció a favor de lograr que el complejo oleaginoso argentino se desarrolle en forma diversificada, haciendo todo lo posible para que su potencialidad se aprovechada plenamente. Remarcó que el combustible vegetal es una opción posible porque tiene ventajas excepcionales para a preservación del medio ambiente y recordó que su factibilidad técnica y económica está demostrada ya que su utilización es una realidad en diversas partes del mundo.
Una idea que va tomando forma
En el mismo ágape se encontraba el vicegobernador de Santa Fe, Marcelo Muniagurria, promotor del estudio de factibilidad más importante que se ha hecho en Argentina sobre el biodiesel. Lo que parecía en un principio una idea de ciencia ficción va tomando forma y el hecho de que las industrias lo hayan puesto con fuerza en la agenda da la pauta de que este desarrollo es perfectamente proyectable, indicó.
Cuando conducía Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Muniagurria condujo la primera prueba experimental de utilización de biodiesel en los colectivos de Capital Federal. Esa experiencia, monitoreada por la poderosa Asociación Americana de Soja, contó con la participación de la industria aceitera.
En junio de este año, Muniagurria presentó en Rosario su estudio de factibilidad, que fue incorporado a la página web de Ciara en un link dedicado especialmente al biocombustible. Ese informe brinda un abanico de posibilidades para el desarrollo de la iniciativa, contemplando su utilización al 100% o en mezcla al 20% con el gasoil de petróleo (B20). Establece además una comparación de costos entre ambos combustibles y una estimación del monto que sería necesario subsidiar para compensar la diferencia de precios.
Da también un ejemplo: si Santa Fe decidiera implementar el B20 libre de impuestos en la provincia, se necesitaría 1,2 millón de pesos para compensar la diferencia de costos. En otro cálculo de máxima estima la demanda de soja necesaria para atender el consumo interno de biodiesel mezcla 20% en todo el país: el resultado es de casi 14 millones de toneladas, más de un 70% de la última cosecha.
Este mercado implicaría no sólo un cambio radical en números sino también de estrategia. Salvo algunos nichos como los de las bebidas con base a soja, el complejo oleaginoso es netamente exportador. Con este proyecto, por primera vez se vería al mercado interno como una opción a atender.
En el mercado hay movimientos de características experimentales. Hay aceiteras que están desarrollando estudios de factibilidad y en los últimos días se han llegado hasta la provincia inversores franceses y canadienses para sondear posibilidades de realizar proyectos en este sentido.
Estados Unidos gasta 300 millones de dólares anuales para financiar emprendimientos de este tipo, incluso en otros países, como fórmula para descomprimir la sobreoferta en el mercado del aceite, señaló Muniagurria, quien destacó que las dificultades de aceptación que encuentra en el campo el gasoil diferencial implementado por Repsol también alienta la búsqueda de otras alternativas.
Para los productores sería interesante usar este combustible porque además generaría un mercado muy grande para su propia producción, señaló el vicegobernador, quien aseguró que el marco que tendría que ofrecer el Estado para hacer posible la masificación del B20 sería la exención del Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC) y la garantía de libre distribución.