La villa tiene un compacto de dos manzanas prácticamente inaccesible donde se levantan caóticas unas 160 casillas de chapa. Lo primero que se hace es atravesar el territorio con dos calles perpendiculares, de modo tal que quedan cuatro medias manzanas. Al nuevo escenario se lleva infraestructura de servicios (alumbrado público, agua, luz, tendido de gas), y se organizan los lotes. A las 50 familias que tienen que relocalizarse por vivir sobre las trazas de las calles o por no entrar en el reordenamiento, se las traslada a un barrio construido y con todos los servicios, y se les ofrece asistencia social. A los que quedan, se les da asesoramiento y materiales para reconstruir sus viviendas. A todos se les regulariza el dominio.
La intervención, hipotética, es un ejemplo de cómo funcionará el programa Rosario Hábitat para la regularización de villas de emergencia, que en su primera etapa beneficiará a 7 mil familias a lo largo de cuatro años. El programa, que pretende convertir las villas en barrios, logró esta semana el visto bueno de los técnicos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La entidad aportará para la primera etapa 43 millones de pesos, que serán tomados en crédito -y devueltos- por la Nación, a los que se sumarán 28 millones que invierte el municipio.
El secretario de Hacienda municipal, Angel Sciara, y la directora del Servicio Público de la Vivienda (SPV), María Isabel Garzia, estuvieron en Washington, donde se negoció el tramo final del crédito BID para este programa. Ahora sólo queda que lo apruebe el directorio de la entidad crediticia internacional, algo que se descuenta desde el momento que se trata sólo de un trámite formal (ver página 4). Desde la firma definitiva (prevista para el próximo 20 de diciembre) el dinero ya estará disponible, y se espera que comiencen las intervenciones en enero.
Las Flores, entre los primeros de la lista
El SPV tiene un listado de 15 asentamientos sobre los que trabajaría en esta primera etapa, con un promedio de algo menos de 500 familias por unidad de intervención.
Aunque las autoridades guardan celosamente el nombre de estas villas (no quieren generar expectativas) se sabe que la primera intervención del año próximo será sobre la villa de Las Flores, donde habitan 219 familias y hay 244 viviendas.
El asentamiento está en los terrenos delimitados por San Martín, Previsión y Hogar, la autopista a Buenos Aires y el terraplén del arroyo Saladillo. Allí, los técnicos del SPV realizan estudios de suelo y gestiones con Vialidad Nacional. Los primeros son para establecer qué terrenos deberán quedar liberados, porque se trata de una zona inundable (ese es el motivo por el cual la intervención tendrá un porcentaje alto de relocalización). El segundo trámite tiene por objeto conseguir la sesión de terrenos al municipio, ya que una de las condiciones que impone el BID es que el dominio de las tierras sobre los cuales se asienten los barrios sea municipal.
Otras acciones son un censo de familias, el anteproyecto urbano y el relevamiento físico y cartográfico del área.
Mientras tanto, el SPV ya trabaja en Villa Banana y La Tablada, a donde destinó parte del presupuesto del 2000. Ambos están dentro de Rosario Hábitat, y en el caso de La Tablada se aceleró a partir del proyecto del parque Italia. Tanto es así que estiman que en febrero ya se habrán mudado 185 familias.
La otra ciudad
El programa Rosario Hábitat busca convertir las villas en barrios regulares mediante planes que combinan inversiones en infraestructura, vivienda y acción social para 19.246 familias (105.853 habitantes) que no entran en planes habitacional.
Para concebirlo, se partió de la idea de que se necesitaba una acción integral sobre estos asentamientos, al mejor estilo del programa Favela Bairro, que tuvo excelentes resultados en Río de Janeiro.
El municipio calcula que Rosario tiene un total de 113 mil personas viviendo en 91 asentamientos irregulares, a los que define como concentraciones habitacionales de variada extensión, sin una clara delimitación del terreno, densamente pobladas, y caracterizadas en términos generales por la carencia de servicios, que se proveen conectándose clandestinamente, la precaridad de la vivienda y la irregularidad del domino. En el mismo diagnóstico, se calcula que en el 51,16% de las viviendas predomina el bloque de cemento sin revocar, y en algunos casos el ladrillo común. El resto es de materiales más precarios (chapa, zinc, cartón).
En cuanto a los servicios, si bien el 99% cuenta con luz eléctrica, sólo un 15,15% tiene medidores. El resto está enganchado. El 23,98% tiene instalación de agua dentro de la vivienda. Los baños son en su mayoría letrinas fuera de la vivienda, y sólo un 21,33% tiene inodoro.