Gustavo Yarroch
Muchachos, pónganse las pilas!, implora el relator de la FM que sigue la campaña de Berazategui. Argentino descuenta, merece mejor suerte, le anulan el empate a Pedernera por una posición adelantada que los salaítos discuten sin razón. La victoria local corre peligro y los diez hinchas de Argentino que llegaron a la cancha a los 8 minutos del segundo tiempo hacen lo imposible por que a sus gritos no se los lleve el viento. Pero el minuto 31 derrumba la ilusión de los salaítos: Lisa saca una media vuelta y, con la complicidad de Barrios, le devuelve la calma a su gente y al periodista partidario, ahora enamorado de la contundencia que exhibe Beraza. Ya con el 3 a 1, Argentino sigue buscando, pero el amor propio ha sido erosionado y las llegadas ya no tienen la convicción anterior. El partido se diluye entre los ataques poco profundos de los salaítos y los contraataques de compromiso que saca Berazategui, deseoso de que llegue el final para levantar los brazos y festejar esos tres puntos que le tonifican el espíritu en su cruzada por eludir el descenso. En el diccionario de la pelota, descenso es una mala palabra. Argentino no quiere ni oír hablar de ella, pero mira la tabla de posiciones, saca cuentas y comprueba que si en la próxima rueda no mejora, el año que viene estará sacando cuentas. Mientras, se pregunta por qué se fue con las manos vacías si cuando el marcador estaba en blanco había sido el dueño de las situaciones de riesgo más claras, las tres a cargo de Pedernera, incansable y prometedor. La respuesta es bastante sencilla: le faltó contundencia y volvió a sufrir en su red la endeblez de una defensa que no por casualidad recibió 38 goles en 18 fechas. En la apertura, a los 41' del primer tiempo, Barrios salió inoportunamente para achicar una entrada de Nassif y este envió el centro que Lugones cabeceó al gol con el arco vacío. En el segundo, apenas volvieron del descanso, Redondo le opuso muy escasa resistencia al hábil Pastorive, quien no dejó pasar la gentileza y facturó con una volea seca. Berazategui propuso un partido de piernas filosas, jugado siempre al límite del reglamento. Por momentos, el desarrollo rozó el límite de lo grotesco. Pero conviene ser justos, más allá del poco respeto que la mayoría de los protagonistas mostró para con el balón: el estado de la cancha, poceada y pelada, fue impresentable. Argentino evidenció una mejoría fuera de casa, en especial por su búsqueda del arco rival y su empeño para pelear todas las pelotas. Pero fue insuficiente, y le sumó una nueva derrota a su oscuro legajo. Ahora jugará dos partidos seguidos en su cancha, ante Armenio y San Telmo. Una buena oportunidad para despedir con un soplido de aire fresco un año olvidable, de esos que solamente un enemigo es capaz de diseñar.
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