No pudo ser. La ilusión de llevarse una victoria del mítico estadio de Twickenham quedó nuevamente trunca ya que Los Pumas cayeron ante Inglaterra por 19 a 0 en el último encuentro del año 2000. No fue el cierre de temporada ideal para el equipo que conducen Marcelo Loffreda y Daniel Baetti pero lo cierto es que para analizar este encuentro hay que tener en cuenta los varios factores que influyeron finalmente en el resultado.
Un viejo adagio del rugby marca que sin la pelota no se puede jugar y ayer Los Pumas casi no contaron con ella. Mucho tuvo que ver el terreno, las condiciones climáticas, pero sobre todo el estado anímico del conjunto argentino que más allá de no lucir en su plenitud, las pocas veces que tuvo la ovalada entró en la desesperación en su afán por marcar puntos, le faltó precisión y esa actitud que sí tuvo contra Sudáfrica, y eso le jugó en contra.
El conjunto albiceleste tuvo a lo largo de los 80 minutos una muy buena labor defensiva (de hecho el único try inglés fue a los 29 minutos cuando Los Pumas tenían un hombre menos por el sin bin a Felipe Contepomi). Los Pumas se tacklearon todo pero no supieron cómo recuperar la pelota tras los tackles. También falló en la ofensiva (no tuvo peso) y cometió demasiados errores no forzados -léase knock on-. Las imprecisiones fueron casi una constante.
No era una frágil rosa
Pero en el análisis tampoco hay que olvidarse que enfrente estuvo Inglaterra, el equipo que se consagró campeón de la última edición del 6 Naciones y que hace apenas una semana dejó en el camino nada menos que a los Wallabies campeones del mundo.
El conjunto de Clive Woodward manejó la pelota en un gran porcentaje del partido, pero no arriesgó demasiado. Sin embargo aprovechó al máximo las oportunidades que tuvo para desnivelar a través del pie de su joven apertura Jonny Wilkinson (21 años) quien anotó tres penales, un drop y una conversión.
Con un gran despliegue de la tercera línea (con tres monstruos como Lawrence Dallaglio, Neil Back y Richard Hill que demostraron toda su jerarquía) y utilizando con criterio las patadas cruzadas, monopolizó la obtención a través del line. Allí Ben Grewcock y Martin Johnson realizaron un buen trabajo.
Los ingleses prefirieron jugar cerca de la formación y avanzar de a poco ya que el estado del campo no permitía el juego desplegado. En ese sentido, si bien fue poco vistoso, fue más efectivo.
La practicidad y prolijidad desnivelaba la balanza. Y la suerte, que no es tonta, también elige. Y prefirió darle una mano al conjunto inglés. Cerca de la media hora del complemento, Wilkinson tiró un kick al rastrón para sortear el duro escollo que representaba la defensa argentina, la pelota pegó en el cubrepalos y el rebote fue capitalizado por Ben Cohen a quien la pelota le quedó servida para el único try del partido.
La parada era difícil, ante un equipo duro, pero el entusiasmo por los últimos resultados obtenidos por Los Pumas hacía presagiar un partido entretenido. Lamentablemente, en un campo muy difícil de jugar, no fue así. Inglaterra se llevó el triunfo en forma justa. Sus jugadores supieron leer bien el juego, fueron fieles a su estilo y demostraron, en la capacidad para definir un partido internacional de este tipo, porqué son una de las grandes potencias de este deporte.