| | Los chicos crecen Por las bateas: Black and Blue / BSB Los Backstreet Boys se debaten entre el grupo y el producto en su nuevo disco
| Hay algunos indicios en el cuarto y nuevo disco de los Backstreet Boys que revelan que los chicos pretenden asomarse a un cambio. En primer lugar, tuvieron el decoro de no poner sus bochornosas fotos en pose de poster en la tapa del álbum (igual están en el booklet en 12 laminillas) y además, a la hora de los extensos agradecimientos, obviaron la chorrera de peluqueros y diseñadores top (a excepción de Jean Paul Gaultier) que figuraban en su CD anterior. Es que, aunque sigan vendiendo millones y convoquen a multitudes, los tiempos de oro de los BSB se terminaron. Y ahora están afilándose las uñas para poder competir (y distinguirse) de sus clones y colegas. Es cierto que ellos fueron los precursores (sin contar a los Jackson Five o a los New Kids on the Block) del pop adolescente, el negocio más rentable de la industria discográfica de la última década. Pero en los rankings les están pisando los talones desde N'Sync hasta Britney Spears, pasando por Five, Christina Aguilera y Westlife. Además los chicos ya no se cocinan de un hervor, y es evidente que buscan ganar otro público y adquirir un status que en el futuro les permita largarse como solistas. En Black
Blue sus intenciones de cambiar y progresar se cumplen a medias. El grupo acierta en la mayoría de las baladas pero falla en casi todos los temas rítmicos. Eso se nota desde el principio con The Call, donde prueban las arenas latinas de Ricky Martin y se terminan quemando las patas. En este disco ensayan un rhythm and blues mucho más percusivo y filoso. Pero ese sonido, lejos de endurecerlos, sólo los convierte en un grupo retro. Se trata, para ubicarse, de una versión muy menor del Michael Jackson circa Thriller. Temas como Get Another Boyfriend y Shining Star son los mejores ejemplos. Está claro que los Backstreet Boys nunca van a ser los Take That. Pero así y todo se encuentran con joyitas como Shape Of My Heart, una canción que seguramente va a figurar en esos compilados de grandes clásicos románticos. También se anotan un punto con la agridulce More Than That, la intimista How Did I Fall In Love With You, y Time, un tema propio con una ayudita de Babyface. Acá los arreglos de voces funcionan a la perfección y los BSB no tienen nada que envidiarle a los baladones de los Bee Gees para bandas de sonido. Aunque este es su disco más negro (pasando por alto el título, idéntico al de un álbum de los Stones de 1976), el molde de los Boyzone y sus baladas a lo himno religioso no les caen muy bien. Basta chequear la empalagosa I Promise You o Yes I Will. No faltan temas estratégicos como The Answer To Our Life (otra canción propia), con su sonido de FM de los 80 tan contagioso como la viruela. Everyone no es Everybody, pero es ideal para agitar los brazos en los estadios. It's True es insoportable, pero hará llorar a chicas y madres. Lástima que cuando suena Not For Me uno tiene la sensación de haber estado escuchando por horas la misma radio. A los BSB les falta un toque para crecer. Para eso tendrían que bajarse de sus estereotipos (el rubio carilindo, el pensativo, el morocho misterioso, el latinito, el rockero), aunque tal vez no puedan funcionar sin ellos. Algún día tendrán que elegir entre el grupo y el producto.
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