Santa Fe. - La incorporación de los gremios que integran la llamada CGT oficial al paro iniciado el jueves, la adhesión total del servicio público de transporte y la decisión de numerosos comercios -entre ellos los supermercados- de no abrir sus puertas prácticamente paralizaron ayer a la capital de la provincia. El alto índice de inactividad que se pudo observar tanto en la zona céntrica como en los distintos barrios de la ciudad superó incluso el de un día feriado, con algunas excepciones, como pequeños comercios, estaciones de servicio y dos entidades bancarias -Hipotecario y Río- que abrieron sus puertas mientras que el resto trabajó a puertas cerradas. En la ciudad de Santa Fe ayer no sólo paralizaron su labor los colectivos sino también los taxis y remises, lo cual contribuyó a que fuera aún más notoria la inactividad en el centro. La masiva adhesión a la medida de fuerza fue recalcada ayer por el secretario de Trabajo de la Provincia, Rubén Dunda, quien señaló que de acuerdo a las cifras nacionales que fueron transmitidas a ese organismo, la inactividad osciló entre el 70 y 75 por ciento, aunque el funcionario señaló que su percepción sobre la magnitud del paro era mayor. Dunda sostuvo que al margen de los números hubo una gran presencia del paro y es evidente que la gente ha querido parar y lo ha hecho, pero lo importante de destacar es que se ha realizado en un clima de paz. En la jornada de la víspera, si bien superó en magnitud el acatamiento a la medida de fuerza no se generaron incidentes, salvo algunos hechos aislados, y las escasas manifestaciones se registraron en forma pacífica y sin que haya tenido que intervenir la fuerza pública. En este contexto sólo un corte provocado en la Circunvalación por un grupo de piqueteros alteró la tranquilidad de la jornada, aunque fue superado cerca del mediodía cuando ya el juez Raúl Candioti había dispuesto que la fuerza dispersara a los ocupantes. En la capital los supermercados no abrieron sus puertas mientras que el titular de la cámara que los agrupa, Jorge Kinngelman, explicó que la medida fue tomada ante el temor de que se pudieran registrar hechos de violencia, pero también porque en esta oportunidad, como nunca había ocurrido antes, fue como que existió un consenso casi generalizado en torno al paro. Esto se palpó, agregó el empresario, quien de todas maneras admitió que se recibieron llamadas intimidatorias o detonación de bombas de estruendo frente a esos comercios.
| |