El paro de todas las centrales sindicales contra el gobierno de Fernando de la Rúa finalizó ayer con altos niveles de acatamiento en todo el país, aunque se registraron hechos de violencia, como en el Chaco, donde un obrero fue asesinado y otro resultó herido mientras participan en un piquete de huelga (ver página 13). El temor a que se produjeran incidentes, los anunciados cortes de rutas y calles y el malestar por la situación económica contribuyeron para que la medida de fuerza, que comenzó en el mediodía del jueves, se convirtiera en la más importante que soportó la Alianza desde que llegó al gobierno en diciembre de 1999.
De todos modos, hubo señales de que el diálogo será retomado próximamente, tal como lo adelantaron la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, y los líderes de la CGT oficial, Rodolfo Daer, y de la disidente, Hugo Moyano.
Los rebeldes iniciaron el paro el jueves junto a la CTA y la Corriente Clasista Combativa (CCC) y ayer se sumó la central obrera oficial, que agrupa a la mayoría de los gremios, con 24 horas de huelga.
El jefe del Estado sostuvo que el paro es algo que la gente no quiere, rechaza y repudia. Y señaló que se hizo sobre la presión y la amenaza.
A pesar de que los sindicalistas consideraron que la huelga tuvo una adhesión del al 98 por ciento, ningún funcionario hizo una evaluación oficial: tanto Bullrich como el ministro del Interior, Federico Storani, dijeron que es inmedible debido a la falta de transporte.
Hubo ataques a decenas de colectivos para evitar su circulación en la Capital Federal, el Gran Buenos Aires y Mar del Plata, lo que originó por lo menos una treintena de detenidos. En su mayoría son activistas que intentaban impedir a trabajadores de servicios públicos cumplir con sus tareas. Se arrojaron a los ómnibus clavos miguelito, bulones y piedras, y hubo peleas entre huelguistas y choferes que querían trabajar.
Tensión en las rutas
Durante el día y medio de paro se registraron innumerables cortes de ruta en distintos puntos del país, como así también en la Capital Federal y el conurbano bonaerense, en un clima de tensión, pero que sin que se produjeran incidentes de importancia, excepto lo ocurrido en Chaco.
Los piquetes fueron acompañados por quema de neumáticos en vías férreas, que obligaron a las empresas concesionarias a suspender el servicio. Además, anteanoche se incendiaron dos vagones de la línea A de subterráneos, en la estación Primera Junta, aunque no pudo determinarse si el fuego fue provocado por activistas sindicales.
Los choferes de ómnibus de corta, media y larga distancia se plegaron masivamente al paro, por lo que varias unidades fueron conducidas por sus propios dueños, quienes debieron enfrentar en muchos casos a huelguistas.
Como el paro tuvo elevados niveles de acatamiento, hubo cierres de comercios (aunque abrieron sus puertas algunos supermercados), escuelas, bancos (algunos atendieron por puertas laterales con personal jerárquico), metalúrgicas, automotrices y textiles, obras en construcción, oficinas públicas y judiciales y restaurantes, entre otros. En los hospitales se mantuvieron guardias mínimas.
Al analizar las jornadas de huelga, Bullrich insistió: Se perdieron 600 millones de pesos y cada trabajador perdió 50 pesos. Sin embargo, se mostró partidaria de conversar con los sindicalistas, pese a mantener un fuerte enfrentamiento con Moyano, con quien la noche del jueves polemizó por televisión, no sólo por el paro sino por el pasado de ambos.
Si bien se abrirá una nueva instancia de diálogo, el gobierno no está dispuesto a modificar la política económica, tal como dejó por sentado el ministro del área, José Luis Machinea.
Y, en ese sentido, el oficialismo anunció que el lunes enviará al Congreso la reforma previsional y ratificó la desregulación integral de las obras sociales.
A su turno, el secretario de Finanzas, Daniel Marx, reprochó que el país perdió con la medida de fuerza 1.500 millones de pesos, alrededor del 0,5 por ciento del producto bruto interno.
Moyano, tras anunciar que el paro fue contundente y tuvo una adhesión superior al 98,2 por ciento, pidió a De la Rúa la convocatoria a una mesa de consenso para modificar la política económica. Esto es como el boxeo: después de trompearse, (los boxeadores) se abrazan y se besan, graficó.
Daer habló de un acatamiento al paro superior al 90 por ciento y pidió al gobierno una mesa de concertación que evite así la movilización al Ministerio de Economía, prevista para fin de mes, y una nueva huelga en diciembre.
En tanto, Víctor De Gennaro solicitó la conformación de un gabinete de emergencia nacional. Y enfatizó: Estamos dispuestos a discutir nuestra propuesta, pero el gobierno sabe que no estamos dispuestos a que el país no tenga futuro, se sigan muriendo chicos de hambre y haya desocupados.