La soja está viviendo su primavera de precios luego de la decisión de la Unión Europea de restringir el uso de harina de carne y hueso para la alimentación animal. Las perspectivas de que ese mercado pueda ser reemplazado por proteínas vegetales, como la harina de soja, operó como un factor alcista frente a un escenario global de valores deprimidos. El recrudecimiento de la crisis de la vaca loca en Europa se hizo sentir en Chicago y en el mercado local, donde la oleaginosa subió 9 dólares en una semana, arrastrando al resto de los granos y las fábricas aceiteras salieron a comprar para stockearse en previsión de un aumento de las demandas de harina. El nuevo dato irrumpió en el mercado y opacó las especulaciones sobre las estimaciones de siembra en Sudamérica, el principal factor que presiona hacia abajo las cotizaciones de la oleaginosa. Sin embargo, el rebrote dependerá de que esta situación se prolongue en el tiempo. La complejidad de la estructura política europea lleva a pensar que aún no está claro qué dimensión tendrá definitivamente la decisión de restringir el uso de harinas de origen animal, señaló Diego de la Puente, de la consultora Nóvitas, quien de todos modos resaltó que la noticia pegó fuerte en Chicago ya que de repente apareció un factor de mercado que no se preveía, y que además es una de las pocas noticias alcistas de los últimos tiempos. Con 15 millones de toneladas exportadas en el 99, Argentina es el principal exportador de harina de soja del mundo, seguida por Estados Unidos y Brasil. El 50% de ese volumen fue descargado por puertos europeos, según datos de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara). De la Puente explicó que la producción europea de harinas de origen animal se acerca a las 2,5 millones de toneladas, de las cuales se exportan 500 mil toneladas. Por la diferencia del porcentaje de proteína, traducido a harina de soja ese volumen es de 2,15 millones de toneladas. Si la prohibición rigiera sólo para Francia, que el año pasado compró 658.000 toneladas a la Argentina, la demanda se ampliaría en unas 500 mil toneladas. Este es un escenario de máxima porque todavía está en discusión lo que puede pasar con la prohibición, señaló. Sin embargo por ahora esta situación provoca incertidumbre en el mercado de Chicago, lo que se refleja en los precios, dijo. Habrá que ver cómo se balancea esto con el resultado final de la cosecha sudamericana de soja, que parece haber pasado a un segundo plano, pero que es indudablemente un factor decisivo para los valores del complejo oleaginoso, advirtió. Si se normaliza el clima y las estimaciones del sector público y privado se verifican, Argentina tendrá una cosecha cercana a los 25 millones de toneladas y junto a Brasil, Paraguay y Bolivia, ofrecerá al mundo una producción superior en 7 u 8 millones de toneladas a la del año pasado. La pregunta entonces es cómo va a evolucionar el clima en Sudamérica; si se complica la campaña y baja la producción respecto de las estimaciones que se vienen manejando, la situación de las vacas locas consolidará un escenario de alza pero si se normaliza el clima en el hemisferio sur es probable que esa supercosecha pese más que los acontecimientos que están sucediendo en el viejo continente, señaló. De la Puente insistió en señalar que la posibilidad de que los europeos reemplacen las proteínas de origen animal por las vegetales no es de ninguna manera un dato menor y mantendrá en vilo al mercado al menos hasta que salga una resolución definitiva de la Comunidad. Ergo, para los productores que están iniciando la campaña es un buen momento para tomar coberturas flexibles, es decir sin cortar la posibilidad de nuevas subas. El mercado le puso un premio a la harina de soja pero pasada esta incertidumbre el mercado volverá a mirar a Sudamérica, dijo. El aceite se vio beneficiado parcialmente por la escalada de su prima rica pero la tendencia todavía no alcanza para pensar en una reducción sustancial de los altos stocks que aún existen. A largo plazo, la pregunta que se hacen algunos analistas pasa por la reacción de los consumidores europeos frente a los transgénicos. Hasta ahora, la oposición a los mismos no se tradujo en problemas para colocar los derivados de la soja argentina.
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