Funcionarios del gobierno provincial pidieron ayer a los diputados provinciales la implementación inmediata de la construcción de las cárceles de Timbúes y Piñero, que fueron licitadas en 1995 y cuya edificación quedó suspendida por un decreto del entonces gobernador Jorge Obeid.
El pedido fue formulado por el ministro de Gobierno, Angel Baltuzzi, el subsecretario de Justicia, Carlos Carranza, y el director del Servicio Penitenciario, Arturo Gandolla, en una reunión mantenida con el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Hammerly, y de los bloques de la oposición que integran ese cuerpo. En la entrevista se debatió asimismo un proyecto de ley de emergencia carcelaria y se solicitó la construcción de una cárcel en la periferia de Rosario.
Solución lejana
No obstante, el director del Servicio Penitenciario reconoció que en caso de obtener una respuesta favorable al pedido la construcción de esas cárceles sería más bien una solución a largo plazo para el problema carcelario de la provincia, que tiene su eje en los 1100 presos actualmente detenidos en los improvisados penales de la comisarías rosarinas.
Al respecto, Gandolla dijo que la respuesta rápida a la situación estará dada por las obras de refacción y ampliación de la cárcel de Coronda, en un proyecto que apunta a alojar un total de 1500 presos en esa Unidad. Por otra parte, el gobierno provincial recibió un ofrecimiento de containers adaptados como celdas (ver aparte).
En la reunión mantenida ayer, agregó Gandolla, se intercambiaron opiniones e impresiones sobre la situación carcelaria y los diputados quedaron en contestar a la brevedad. Pedimos que se hagan los contratos de la construcción de las cárceles con quienes ganaron la licitación y no que se vuelva a llamar a concurso porque eso implicaría una demora mínima de entre ocho y diez meses.
En consecuencia, de no haber oposición el gobernador haría los contratos de concesión de obras, aseguró el funcionario.
En tanto, en lo inmediato la única válvula de escape serán los nuevos pabellones de Coronda. El 15 de enero se entregará el pabellón 1, que está en obras porque se hallaba deteriorado y que va a alojar entre 100 y 150 internos más.
A la vez, en febrero próximo quedarían inaugurados otros pabellones en la Unidad 1, con capacidad para otros 220 internos. Además se instalarán cuchetas en los pabellones 1, 2, 3 y 4 de manera que se crearán 200 plazas más, dijo Gandolla. Si se cumple lo previsto, la población de Coronda será a principios del año próximo de 1500 presos, contra los 850 que alberga actualmente.
Sin embargo, Gandolla admitió que esa solución podría implicar otros problemas -dificultades de agua, luz y cloacas para atender a esa población- y dijo que el modelo predominante en los sistemas penitenciarios desaconseja la creación de monstruos como los de Coronda y privilegia las unidades de 400 o 500 internos, como las que se proyectaron en Timbúes y Piñero y cuya construcción se suspendió en 1995 creo que por razones económicas.
Consultado sobre ese punto, el entonces ministro de Gobierno, Roberto Rosúa, indicó que se trató de una licitación a la que se presentaron dos empresas (Malvicino y Tecsa) y que se dejó sin efecto a partir de un dictamen del ministerio de Obras Públicas, cuyo titular era Juan José Morín, actual responsable de la misma área.
La adjudicación quedó suspendida a través de un decreto firmado por Obeid y Morín tras haber recibido un informe de la fiscalía de Estado.
El déficit central
También se encuentra en construcción un pabellón para 70 internos en la cárcel de Las Flores, que será inaugurado a principios del año próximo. Por otra parte, el Servicio Penitenciario provincial estudia la adquisición de colchones que no producen gases tóxicos al quemarse, para reemplazar a los de goma espuma. Según se prevé, serán provistos a los pabellones conflictivos.
El director del Servicio Penitenciario consideró que el déficit central está en el sur de la provincia, por dos motivos: la distancia con Coronda es un obstáculo para las visitas y esto complica el tratamiento de los presos, que tiene mucho que ver con la contención familiar; por otra parte el traslado de los internos a los distintos juzgados de Rosario donde tienen sus causas genera un sin fin de complicaciones: por eso necesitaríamos, como pedimos, una cárcel en un radio que no supere los 35 o 40 kilómetros de la ciudad.