Año CXXXIV
 Nº 48.947
Rosario,
jueves  23 de
noviembre de 2000
Min 16º
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Cartas de lectores
Hechos cotidianos en la vida de la ciudad

Coincido con lo expresado por Sara Colombres con respecto al circo armado desde el Concejo Deliberante para ayudar a Juana González, mientras algunos concejales como la señora Rubeo están en la pavada. Los rosarinos se mueren en las calles porque no hay camas en los hospitales, como documenta en su oportuna carta el señor Francisco Granados, quien pregunta qué pasa con el sanatorio Corso que está cerrado. Hemos ignorado tanto a los humildes clubes de bochas, los partidos de truco jugados por los jubilados, a la niñez y su educación, las incidencias del número de matrimonios separados, la adolescencia, como la vejez, el sanitarismo, la aparición de los geriátricos y las estafas inmobiliarias. Faltó además señalar la sustitución de los juegos infantiles por las máquinas, la entronización de las comidas rápidas, el tenedor libre y el menú ejecutivo. No se habló del cierre del cordón industrial de Rosario y la tremenda desocupación que nos agobia, el aumento poblacional de las villas miserias, el auge de la delincuencia por la pérdida de la cultura del trabajo. Y también faltó hablar sobre la fuga masiva de una parte de la ciudadanía hacia otros países y el porqué. Las casi 15 páginas del fascículo 7 de la Vida Cotidiana están destinadas a relatar en tono de crónica la violencia: el Rosariazo, secuestros, atentados, saqueos, dedicando las siete líneas finales a la visita del Papa, el rey de España y la aparición del padre Ignacio Peries. Metidos a la fuerza en algún espacio libre ¡tan sólo siete líneas merecieron estos personajes en la Vida Cotidiana de Rosario! Si esto no es parcialidad, la parcialidad ¿dónde está?
Rosa Araujo


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