Un juez local procesó a una ciudadana paraguaya porque hizo venir a otra joven de esa nacionalidad hasta Rosario con el propósito de obligarla a ejercer la prostitución. Para convencerla, la mujer le dijo a la víctima que trabajaría como empleada doméstica y le prometió que ganaría el doble de lo que hubiera percibido en su país por la misma tarea. Cuando descubrió la maniobra, la joven escapó del prostíbulo donde iban a explotarla y fue socorrida por un automovilista, que luego le indicó dónde hacer la denuncia.
La víctima de la maniobra se llama Rosa, tiene 18 años y es de Ciudad del Este. Quienes la engañaron son la pareja conformada por Dalmina Barreto Quintana, de 23 años, y Claudio Rubén Rosales.
Barreto acaba de ser procesada por el delito de facilitamiento de prostitución a un mayor de 18 años mediante engaño y coerción. La resolución es del juez de Instrucción Nº 9, Carlos Carbone. Rosales, en tanto, permanece prófugo.
Bajo engaño
Rosa llegó a Rosario la madrugada del 28 de octubre último junto a otra mujer identificada como Alicia Céspedes Cabral. Rosales y Barreto la habían contactado en Ciudad del Este ofreciéndole venir a la Argentina para trabajar como mucama. Pero ni bien llegó supo que la habían engañado.
Esa mañana se tomó un taxi desde la terminal de ómnibus hasta Garay 1297. Apenas se bajó notó algo raro: cuando Barreto le abrió la puerta, vio a una chica desnuda y un clima que no la pareció nada familiar. La mujer no esperó ni un segundo más para contarle la verdad: había llegado a la dirección correcta y tendría que trabajar como prostituta.
Rosa dijo que no lo haría y Barreto no anduvo con vueltas: al menos tendría que vender su cuerpo para pagar los gastos que había ocasionado su traslado desde Ciudad del Este. Entonces se desesperó y cuando pudo salió corriendo. Una de las chicas que estaban allí le abrió la puerta y así pudo escapar hacia la calle.
Enseguida se cruzó con un automovilista y pidió auxilio. Esta persona accedió a ayudarla y la llevó hasta un par de lugares, primero un medio de comunicación local y después una dependencia policial. Finalmente, al día siguiente Rosa se presentó en la delegación tribunales de la policía y denunció lo que le había ocurrido.
El juzgado de Carbone, secretaría de Sergio Donato, puso en marcha una investigación y muy pronto Barreto fue detenida en su casa de Garay 1297 de las Tropas de Operaciones Especiales. La conclusión fue que efectivamente allí funcionaba un prostíbulo, que Rosa no había mentido y que Barreto y Rosales la engañaron para hacerla venir hasta Rosario.
Para defenderse, Barreto le dijo al juez que en realidad ella sólo les alquilaba la casa a tres chicas paraguayas que ejercen la prostitución, pero que no tenía nada que ver con esa actividad. Dos de esas chicas, en tanto, aseguraron que efectivamente trabajan como prostitutas pero dijeron que nadie las obligó a venir desde su país, y menos bajo engaño. Pero el juez consideró que la versión de Rosa es más verosímil y terminó dictándole el procesamiento. La defensa de la mujer apeló así que la resolución será revisada ahora por la Cámara Penal.