Luego de que el jefe del Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, descubriera y denunciara públicamente que fue víctima de espionaje en su despacho oficial, la Secretaria de Inteligencia del Estado (Side), a cargo de Carlos Becerra, se puso ayer a su disposición para realizar las investigaciones del caso.
En un breve comunicado de prensa, la Side informó que Becerra se contactó ayer con Ibarra con el fin de poner su secretaría a disposición del funcionario porteño para la realización „dice„ de todas las actividades tendientes al esclarecimiento de los hechos de público conocimiento.
En este contexto, sale a la luz un dato que resaltó el diario Clarín al publicar ayer la denuncia: Ibarra contrató a una empresa privada para que haga el barrido en su despacho y no a la Side, que se supone hace esas tareas.
El funcionario local tampoco se comunicó con Becerra una vez que descubrió que era espiado, según asegura la publicación matutina.
Ibarra estuvo reunido ayer con el procurador general porteño, Juan Carlos López, y lo instruyó para que hoy se presente ante la Justicia. Como el delito de escuchas ilegales no está tipificado, López se presentará a la Justicia correccional para hacer una denuncia por daño y violación de domicilio.
El jefe de Gobierno de la ciudad descubrió hace unos días dos pequeños micrófonos ocultos y activados en su despacho de la sede local, además de una instalación eléctrica para utilizar cámaras de video.
No se me ocurre quiénes pudieron haber sido „dijo Ibarra, al diario„, pero lamentablemente hay muchos que pudieron haber sido.
El dirigente del Frepaso sospechaba del espionaje y contrató a la empresa privada AVE para revisar sus oficinas, donde el sábado de la semana pasada los especialistas encontraron las evidencias en su propio despacho.
Allí registraron dos micrófonos del tamaño de un botón y, dos días después, instalaciones para cámaras de video, que se sospecha habrían sido colocadas el año pasado.
Los micrófonos estaban ocultos y activados a través de la corriente telefónica.
Los expertos hallaron, además, en la puerta del despacho de Ibarra, un transformador conectado a un sistema de cables, destinado a apoyar la utilización de cámaras ocultas.
El caso se constituye en el primero de estas características en el ambiente político de los últimos tiempos, ya que si bien muchos funcionarios y dirigentes se habían quejado de ser objeto de escuchas telefónicas, no se había registrado un hecho similar.
Ibarra ya había denunciado ser víctima de espionaje cuando era diputado porteño, en 1998, cuando aseguró que tenía intervenido el teléfono celular.
Un punto que llamó la atención de los investigadores profesionales fue que los espías no usaron micrófonos inalámbricos, sino que se diseñó un circuito de cables que recorría todo el despacho de Ibarra y se trasladaba a una sala contigua y privada.
Veinte metros de cable
El cableado constaba de unos veinte metros de largo, debajo de una alfombra, según precisaron los técnicos de la agencia a cargo de las tareas.
Los expertos aseguraron a Clarín que el transformador hallado en el zócalo de la puerta del despacho de Ibarra se conectaba a un circuito, también de cables, que iba hacia el lugar de trabajo de Ibarra y hacia el segundo piso, donde está la oficina de la vicejefa del Gobierno porteño, Cecilia Felgueras.
Según se supo, los técnicos aún no habían detectado todo el recorrido del circuito ni microfilmadoras, aunque puntualizaron que el transformador podía alimentar hasta cuatro cámaras.
La inspección fue solicitada por Ibarra porque unos días antes había encontrado un micrófono inalámbrico en la Inspección General de Verificaciones y Habilitaciones de la Municipalidad. Siempre hay una mano de obra dispuesta a hacerlo y siempre hay una mano de obra dispuesta a mandarlo. No puedo saber más, comentó Ibarra.
La Ciudad
