Vivir más cerca de la naturaleza, lejos del ruido, el smog y el agitado ritmo de las ciudades es una opción a la que recurrieron los rosarinos durante los últimos años. Aunque no faltan voluntarios, durante el 2000 la crisis frenó los planes de migrar de muchas familias de la zona. Los cientos de carteles que anuncian la venta de propiedades en áreas cercanas a Rosario como Funes, Pueblo Esther, Oliveros o Granadero Baigorria son una buena muestra de una oferta que crece frente a una demanda que se retrae por el temor o la imposibilidad de la gente de adquirir compromisos financieros.
Es cierto que en la última década el número de habitantes permanentes en zonas aledañas a la urbe fue in crescendo, alentados por la rutina ciudadana y el mejoramiento en el nivel de infraestructura (accesos y servicios) en localidades cercanas. En Funes, por ejemplo, se incrementó en 3.500 el número de instalados en forma estable desde 1998, año que se puede ubicar como el protagonista del boom de familias rosarinas que emigraron en busca de un estilo de vida diferente.
Pero no menos cierto es que después de ese movimiento, el 2000 se presentó complicado. En esa localidad hay una media docena de inmobiliarias que tradicionalmente operan en la zona y ofrecen casas para la venta, actualmente todas tienen en sus carpetas no menos de 100 propiedades para encontrarle nuevo dueño. La venta está parada, según admiten los agentes inmobiliarios, sobre todo en los últimos meses a raíz de las enormes dificultades que atraviesa el gobierno nacional y la falta de claridad sobre el futuro inmediato.
El nuevo habitante promedio de Funes: la familia de clase media compuesta por una pareja joven e hijos pequeños, está atada a la necesidad de recurrir a una línea crediticia para adquirir una vivienda y dados los vaivenes de la economía nacional muchos han decidido demorar el proyecto de mudarse a las afueras de la city. Eso sí, preguntan, miran, buscan, con la expectativa de que se normalice la situación.
Entre aquellos que por diferentes motivos avanzaron con los planes de la mudanza, la franja de propiedades que tiene salida es la que se ubica entre los 40 y los 55 mil pesos. Las inmobiliarias reconocen que muchas operaciones se cierran por valores que están por debajo del 15 ó 20% propuesto inicialmente por el propietario. En el segmento de las casas que cuestan más de 60 mil pesos, las posibilidades de venta se tornan escasas.
Nuestro caballito de batalla está orientado a esa franja que ronda los 55 mil pesos. Incluso, hay un tira y afloje muy grande entre propietario y posible comprador y muchas veces se cierra el trato en 8 ó 10 mil pesos menos, reconoce Raúl Viglione, agente inmobiliario de la zona.
Los dueños no se resignan a rebajar
La misma crisis opera a favor del desencuentro de las operaciones. Así, mientras los que buscan comprar pelean el precio todo lo que pueden, los dueños se niegan a hacer rebajas. Nosotros les pedimos a los propietarios que sean prudentes, que no traten de salvarse con esa venta porque la cosa está muy difícil, admiten en las inmobiliarias.
Algo parecido sucede con la venta de terrenos. Los precios treparon a la par de la creciente demanda pero luego no se reacomodaron a las circunstancias.
En tanto, quienes se embarcaron en la construcción de su casa también sufren los embates de la crisis y optaron por desacelerar el ritmo de los trabajos o bien detenerlos hasta que aclare.
En Pueblo Esther o Granadero Baigorria el clima inmobiliario no es muy diferente. El comprador joven es el que se acerca a estas zonas en busca de la casa soñada, dicen los conocedores de este mercado, y agregan que el segmento de precios que tiene más aceptación es también el que ronda los 50 mil pesos, porque les cierra a quienes han podido ahorrar unos pesos y tienen un trabajo relativamente estable. Así se animan con un crédito para cubrir el resto.
La tendencia de que la gente venga a Pueblo Esther a vivir en forma permanente está aumentando, aunque dada la actual coyuntura las cosas no son fáciles, dice Víctor Hugo Mauro, de Mauro Negocios Inmobiliarios.
Las ofertas en cuanto a calidad y precio no se diferencian demasiado entre Funes y Pueblo Esther, relatan los agentes , quienes ponen el acento en que la marca particular de este área está dada por el río.
Los precios son los mismos que el año pasado pero la gente no tiene disponibilidad de dinero, relata Carlos Valderrama, de Valderrama Suescum Bienes Raíces.
El precio de los lotes en la zona se fue valorizando en los últimos cinco años gracias a la gran afluencia de gente que decidió trasladarse fuera del radio urbano, a tal punto que un terreno con muy buena ubicación que costaba 1.500 pesos en el 95 ahora anda por los 6.500. Pero a pesar del parate nadie quiere bajar los precios, enfatizó Valderrama.
Granadero Baigorria es otra zona cercana a Rosario que está peleando un lugar en las preferencias de las familias. La facilidad de acceso gracias a mejoras de los ingresos es una de las ventajas. Muchas casas que se utilizaban para el fin de semana se convirtieron en viviendas permanentes. Desde hace un tiempo Baigorria no tiene gran oferta para temporada porque la gente se instaló para quedarse, relata Rubén Mujica, de Organización Ren.
Mujica explica que los llamados de la gente se multiplicaron este año pero reconoce que las operaciones no se terminan de concretar. Muchos buscan Granadero Baigorria pensando que los precios de acá son más baratos que en Funes o Pueblo Esther, pero nosotros en la zona tenemos muchas ventajas comparativas y por eso el valor no cambia, comenta.