Año CXXXIV
 Nº 48.943
Rosario,
domingo  19 de
noviembre de 2000
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Reportaje
Alfredo Alcón: "Me ven virtudes que no tengo"
Con el clásico "La tempestad", el actor protagoniza un suceso de éxito y calidad en el teatro San Martín de Buenos Aires

Rodolfo Montes

Alfredo Alcón llega temprano al encuentro con Escenario. Carga un bolsito tipo mochila sobre uno de sus hombros y derrocha saludos afectuosos a todos sus amigos del Teatro San Martín de Buenos Aires, ascensorista y recepcionista incluidos. Es un hombre de cuerpo sólido y voz inconfundible, y hay en él un detalle que se vislumbra de entrada: es imposible verlo como una persona de 70 años. No tiene edad, sí tiene mucha historia y charlando dejó en claro que quiere seguir descubriendo la vida, imaginando el futuro.
Alcón es el actor leyenda del país, aunque él piense lo contrario. Ven en mí virtudes que no creo tener, asegura. Está protagonizando un suceso en el Teatro San Martín con La tempestad, de William Shakespeare, con entradas agotadas en todas las funciones.
„¿Qué siente al interpretar a Próspero, su personaje en La tempestad.
„Debo ser un inconsciente porque nunca se logra hacer bien un Shakespeare. Cada época, cada actor, es una versión distinta de una obra de teatro. Por ejemplo en Londres te encontrás con cuatro versiones simultáneas de una misma obra, una hecha por un actor joven, otra por uno mayor y así. El público encuentra en Shakespeare una intensidad de vida, una capacidad de iluminar que en mucho casos es como si los textos se hubieran escrito... mañana y no hace 400 años.
„¿Actuar estos textos luminosos como los de Shakespeare en qué complica y en qué facilita el trabajo?
„Me resulta mucho más fácil „aun cuando nada puede ser fácil en teatro„ actuar La tempestad que algún texto menor. Siempre tenés que saber que no lo vas a hacer bien y estar dispuesto a aceptar esa humillación; digo, la Capilla Sixtina ya la pintó otro ( Miguel Angel, con el célebre Juicio final), nadie lo puede repetir. De todas maneras, encontrarte cada noche con un texto nuevo, por sus múltiples resonancias, por los colores que te regala y que además un público al que le gusta irse metiendo en la propuesta, es un gran placer. En un gran texto, si la exigencia es cien y hacés ocho no está mal porque estás protegido por esa maravilla, por la riqueza de lo que estás diciendo. Lo difícil para mí es hacer una mala obra porque ahí si no tenés de donde agarrarte, no tenés alimento.
„¿Alfredo Alcón haciendo un Shakespeare en el teatro San Martín es parte de la identidad nacional?
„Estar en el Teatro San Martín y haciendo La tempestad lo tomo como un regalo que creo que nunca voy a merecer. Siempre estoy alerta y sabiendo que estoy aquí porque son los demás que tienen confianza en mí. Si creyera que estoy en el San Martín por derecho divino, sería un idiota y no podría gozar de la alegría que me provoca este regalo maravilloso.
„Más allá de tus sensaciones, tu nombre tiene peso de leyenda.
„Cuando oigo hablar de mí siempre creo que están hablando de otra persona que es mucho mejor que yo. También hay en los demás una necesidad de otorgarme ciertas virtudes exageradas, que no tengo, como si fuera el mejor o algo por el estilo. Y además estamos acostumbrados a calificar las cosas en blanco y negro... no siempre hay mejores o peores. Es como en una orquesta, para determinadas partituras es bueno el violonchelo y para otras es mejor un piano. Yo no puedo hacer lo que hace Ulises Dumont y tal vez algo que yo hago no le va a la musicalidad de él. En la Argentina hay muchos buenos actores.
„¿La profesión de actor es siempre experimentación y riesgo?
„Es como la vida, no podés levantarte a la mañana sabiendo lo que te va a pasar. Nunca se llega al límite, nunca se termina la búsqueda porque sino entramos en un aburrimiento que enferma. Entonces actuar un personaje del mundo que nos proponen los grandes autores, en la medida que vayas despojado de lo que crees saber, te sorprende todo el tiempo. Y en la vida otro tanto. Cuando salís a la calle con solo mirar con la mente abierta vas componiendo tu propio montaje, sos el director de tu propio escenario. Cuando no sabés lo que va a pasar es cuando estás vivo.
„¿Porqué creés que una propuesta de teatro clásico no comercial como La tempestad lleve semanas y semanas siempre con localidades agotadas?
„En todas las profesiones hay distintos colores y gustos. Creo que tienen que coexistir esto que hacemos aquí con el teatro de revistas y otras propuestas. Lo terrible sería la uniformidad, sería muy aburrido que solo hubiera teatro de revistas, por ejemplo. La tempestad reafirma la necesidad de una franja del público por ver un Shakespeare, y la imposibilidad de que muchos de ellos tienen de pagar entradas de 25 pesos. Llenamos la sala también porque el San Martín cobra un precio accesible.
„¿Qué participación debería tener el Estado en la promoción de la cultura?
„El Estado siempre se ha ocupado muy poco de la cultura, no solo este gobierno ni los anteriores. El mejor ejemplo es lo que gana un maestro que es el primer escalón donde el estado invierte en cultura. Estos casos, como el San Martín o el Cervantes, son como limosnas grandes que nos da el poder económico, y entonces son una excepción, una posibilidad de trabajo para nosotros y de disfrutar un buen espectáculo para el público. Además si vos les decís, señores no se están ocupando de la cultura, ellos te dirán que están estos teatros, lo cual es cierto aunque totalmente insuficiente. En estas islas se trabaja sin pensar en ganar plata y eso es todo un privilegio. Siempre las propuestas que ayuden a construir un espectador más pensante, más crítico, que no acepte alegremente el bombardeo de los medios masivos, estarán acotadas. Ellos prefieren que no cuestionemos y que estemos siempre listos para consumir. Yo soy de la idea que con una buena sonrisa no alcanza, también es necesario un pensamiento.
„A propósito de la sonrisa, ¿cómo recordás tu etapa de galán?
„Yo siempre quise ser actor y gracias a Dios que me vieron como galancito porque eso me significó una carta de presentación, siempre una cara linda es mejor que una fea. Estoy agradecido de que fotografiaba bien, aprendí la relación con la cámara, con las luces. Siempre cuento que cuando egresé de la Escuela de Arte Dramático trabajé en Radio del Estado y leía el boletín del Mercado de Hacienda, cuántas vacas habían ingresado y esas cosas. ¿Para qué me sirvió?, para mucho, por ejemplo cómo poner la vos y a qué distancia del micrófono, cómo entonar. Si estás alerta, aprendés siempre.
„¿Qué recogiste de tu participación televisiva en Vulnerables?
„Me encantó hacerlo porque era un programa que veía y me daba envidia. Hay un grupo muy bueno, con libro y dirección excelente. Cuando Adrián Suar me llamó fui con mucho miedo porque me preguntaba ¿cómo entro en un grupo ya formado?; pero ellos fueron muy generosos conmigo y a los diez días estábamos como si nos conociéramos de toda la vida. Encontré respuestas en todos ellos y me permitieron lucir mi trabajo.
„¿Una actuación no luce por sí misma?
„Eso que de que uno es un buen actor porque tiene condiciones puede salvar una escena no es verdad. Si vos trabajás con uno malo, son malos los dos. Cuando se unen la calidad y la mediocridad el resultado se va para abajo.
„¿Siempre tus participaciones generaron mejores respuestas a las que vos esperabas?
„Nunca dejo de sorprenderme con relación a la gratitud que la vida ha tenido conmigo. La mejor anécdota me pasó un día que un actor me dijo: No me voy a olvidar nunca lo que hiciste por mí. Yo me quedé sorprendido porque no podía recordar a qué se estaba refiriendo y le dije: La verdad que no me acuerdo. Entonces este actor recreó la situación y dijo: Estábamos filmando en una madrugada de frío y vino alguien de la producción y te trajo un café caliente... y vos me ofreciste compartirlo. Con ese ínfimo acto, para este amigo, pasé a ser San Francisco de Asís.
„¿Existe algo que agote la generosidad y te enoje?
„La injusticia y la preocupación por la inquietud de los mercados y no por el hambre de la gente. Y en cuanto a mi trabajo, me enoja ver a alguien que no trabaja con ganas o que no tiene condiciones para lo que hace.
„¿Qué significó encontrarte con Tomás Fonzi en La tempestad, un chico que hizo su primer obra de teatro, algo así como el otro extremo tuyo?
„Es impresionante lo que ha crecido y se lo digo a él. Hay una escena, que la veo desde arriba, en que cada vez está mejor.
„Alfredo, ¿cuál es tu próximo desafío actoral?
„Hacer El rey Lear, de Shakespeare. Eso es lo máximo, creo que no hay nada mejor y presiento que nunca se escribirá nada que lo supere.
„¿Y cómo se prepara tamaña obra?
„Soñándola, y con la ilusión de algún día hacerla, que es otra manera de seguir soñándola.



"Nunca se logra hacer bien un Shakespeare".
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