Año CXXXIV
 Nº 48.943
Rosario,
domingo  19 de
noviembre de 2000
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Historia del crimen. El fin de un grupo de anarcodelincuentes
Persecución en un laberinto sin salida
En un departamento de barrio Arroyito, la policía rosarina localizó en marzo de 1933 a dos célebres pistoleros

Osvaldo Aguirre

A principios de 1933, la policía porteña comenzó a estrechar el cerco que había tendido sobre el grupo de anarcodelincuentes que lideraban Juan Del Piano y Luis Armando Guidot. Después de un tiroteo en la estafeta de correos de Aldo Bonzi, donde fallecieron dos de los integrantes del grupo, se descubrió que preparaban un audaz plan para liberar a compañeros detenidos en la Penitenciaría Nacional.
El plan consistía en la construcción de un túnel, que se hallaba bastante avanzado. Al descubrirlo, en una casa vecina a la Penitenciaría, la policía comprobó que tenía ya unos 23 metros de extensión y que constituía una verdadera obra de ingeniería, ya que estaba provisto de ventilación e iluminación.
La División de Investigaciones porteña seguía de cerca los pasos de los anarco-delincuentes. Se detectó que se reunían en un chalet de San Antonio de Padua: Bruno Antonelli Debella, alias Faccia Bruta, Juan Antonio Morán, Pedro Espelocín, Guidot y Eliseo Rodríguez fueron identificados como visitantes de la finca. Poco después se los localizó en una casa de Ramos Mejía y finalmente su rastro pareció perderse: percatados de la vigilancia de que eran objeto, resolvieron escapar hacia el interior del país. Pero tampoco así encontrarían una salida.
El 15 de marzo de 1933 el jefe de Investigaciones, Miguel Viancarlos, informó a su colega de Rosario, Félix de la Fuente, que parte del grupo anarquista se hallaba oculto en una casa del barrio de Arroyito, en la zona norte de la ciudad.
Viancarlos envió además a cuatro policías, que se pusieron a las órdenes de De la Fuente. En la madrugada siguiente unos treinta policías rodearon un departamento de Génova 1140; entre ellos se encontraban los comisarios Hugo Barraco Mármol „subjefe de Investigaciones„ y José Martínez Bayo, el subcomisario Américo Facciutto y el auxiliar Juan Alexander.
Alrededor de las 5.30, sin mayores sobresaltos, los policías detuvieron a Guidot y Eliseo Rodríguez. En la casa también se encontraba Carmen Taylor, uruguaya, compañera de Guidot. La mujer tenía asimismo su historia: había sido la pareja de Francisco Ortells, alias El Fantasma, un ladrón que había jaqueado a la policía rosarina durante fines de los años 20 para luego ser ultimado en Montevideo.
A media mañana, llegó al lugar un auto De Soto con dos hombres en su interior. Uno de ellos descendió del coche y llamó a la puerta de la casa: era Espelocín.
El pistolero fue atendido por un empleado de Investigaciones, José Fiocca.
„¿Está don Pedro? „preguntó.
„Adentro „le respondió el policía„. Pase.
El recién llegado advirtió enseguida el verdadero cariz de la situación. Se produjo entonces un tiroteo en plena calle, en el que intervinieron además varios vecinos de la zona. Espelocín fue virtualmente acribillado a balazos, ya que recibió trece impactos, según la autopsia realizada más tarde por el médico Raymundo Bosch.
El pistolero cayó herido en calle José Ingenieros. No tenía oportunidad de defenderse pero en esas circunstancias „apuntó una crónica de este diario„ Fiocca le descerrajó tres tiros con su revólver.
El empleado de Investigaciones fue posteriormente detenido por orden judicial, pero en definitiva su actuación quedó avalada en la causa. Previamente, había sido denunciado por apremios ilegales y según testimonios recopilados en la investigación del llamado triple crimen de San Lorenzo (asesinato de tres mafiosos en 1931) tenía amistad con conocidos mafiosos de la época, como Juan Avena, alias Senza Pavura.
El compañero de Espelocín, en cambio, logró escapar; los diarios rosarinos especularon que el fugitivo podía ser Silvio Astolfi, ex compañero del anarquista chileno Jorge Tamayo Gavilán, pero al parecer se trataba de Juan Del Piano.
Al día siguiente hubo otros dos detenidos: José Baldi, o Gino Gatti, cayó en la ciudad de Córdoba. Lo llamaban el Ingeniero, y había ganado celebridad como constructor del túnel que permitió una fuga masiva de presos de la cárcel de Punta Carretas, en Montevideo, en marzo de 1931. A la vez, Segundo Cordero (o Teodoro Gigli) fue apresado en una chacra de la localidad santafesina de Barrancas, que funcionaba como refugio del grupo y donde se secuestraron armas, patentes y documentación apócrifa.
Según algunos funcionarios citados por las crónicas, Guidot y Rodríguez esperaban en la casa de Arroyito a Faccia Bruta, y a Juan Antonio Morán, sindicado como autor del crimen del mayor Jorge Rosasco, en la ciudad de Avellaneda.
El 10 de agosto se escribió el último capítulo de la historia cuando la policía rosarina localizó a Juan Del Piano en una chacra de la zona rural de Chabás.
En la madrugada del 10 de agosto se libro una auténtica batalla, al cabo de la cual fallecieron los anarquistas Del Piano, Silverio Gómez, Ramón Sánchez y Mario Bazán y los policías Jerónimo Barrera y Francisco Massarini. Los sucesos ocurridos „concluyó una crónica del momento„ demuestran una vez más que Rosario y diversas localidades de nuestra provincia estaban sirviendo de refugio desde meses atrás a los más peligrosos delincuentes del país.



Baldi (izq.), Del Piano, Guidot y Espelocín.
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