Estilo
Año CXXXVII Nº 49652
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
Opinión
El Mundo
Policiales
Cartas de lectores
Mundo digital



suplementos
Ovación
Escenario
Educación
Estilo


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 04/11
Mujer 04/11
Economía 04/11
Señales 04/11
Educación 03/11
Página Solidaria 17/10
Estilo 06/10

contacto
servicios
Institucional


 sábado, 10 de noviembre de 2007  
Luces de artificio o dar a luz

La luz y el hombre parecen haber tenido desde sus orígenes un idilio muy particular. Distintas culturas le dieron un lugar de privilegio. No sólo se la valora por su poder natural sino también se la coloca en una posición vinculada a lo sobrenatural o divino. Distintos nombres para distintas culturas pero siempre un común denominador, luz y vida parecen ir de la mano. No es casual que en algunos idiomas dar a luz sea sinónimo de parir.

   El hombre al descubrir el fuego se posiciona de una manera distinta en relación con la naturaleza. Esta primera luz artificial es el principio de un gran artificio mucho más complejo que implica cierto control sobre la naturaleza.

   El primer fuego descubierto o creado por el hombre puede plantearse tanto como un hecho artístico, técnico o científico. Más aún, podría pensarse que arte, ciencia y técnica comparten fecha de nacimiento o alumbración. Pareciera que el término que lo definiría es el de artificio o arte hecho.

   En la pintura, el arte se adelanta a la ciencia desde tiempos remotos generando focos lumínicos. La luz materializa un lugar de privilegio para el objeto iluminado. Aureolas perfectas de un dorado intenso sobre las cabezas de las representaciones religiosas, haces de luz que bañan la figura en el Renacimiento y denotan el volumen de las superficies que iluminan o dejan en sombra.

   En la obra “Ronda nocturna”, de Rembrandt, la luz cumple un rol protagónico. El observador duda sobre la procedencia de la luz que alumbra a determinados personajes de la escena.

   En el impresionismo la luz toma tal importancia que muchos pintores abandonan las cuatro paredes del taller para buscar la luz exacta que se fragmenta de manera única y descubre una manera distinta de acariciar las superficies y reflejarlas.



En la arquitectura

Desde la arquitectura la iluminación ocupó un lugar similar al del arte. En la medida que los materiales y los métodos constructivos evolucionan, la luz natural y posteriormente la artificial realza los espacios. Ejemplos de ello se encuentran en los grandes vitrales de Notre Damme, en las obras de Tadao Ando, Luis Kahn o Le Corbusier. En América latina, arquitectos como Barragán, Sacriste o Eladio Dieste utilizan la luz natural como materia prima a la cual moldean para generar efectos. Más atrás en el tiempo la luz ingresa con la precisión del láser en el sitio indicado en Machu Pichu, las pirámides egipcias o en Stone Enge, sea para iluminar un lugar o permitiendo la visualización de algún fenómeno astral.

   Cuando la luz natural deja de ser una casualidad y la iluminación de los cuerpos arquitectónicos un mero producto de la naturaleza es posible encontrar obras de gran belleza expresiva y conceptual. Tanto en las oficinas Johnson como en el Museo Guggenheim (ambas de Frank Lloyd Wright) constituye un elemento proyectual de gran peso.

A partir de Edison

Cuando a Thomas Alba Edison se le “prendió la lamparita” las cosas cambiaron. La invención del fuego y de la luz eléctrica produjeron, cada una en su momento, grandes cambios en la humanidad. Generaron un salto cuantitativo y cualitativo para el hombre que modificó tanto las formas de vida como las estructuras del pensamiento.

   Mientras en el mundo muchos de los artefactos de iluminación creados para funcionar con aceite fueron adaptados para energía eléctrica aparecieron algunas arañas o apliques de pared que imitan velas y utilizan focos con forma de pequeñas llamas; se fabrican arañas con caireles de cristal que al encenderse reflejan los colores del arco iris y artefactos de iluminación que muestran al desnudo los novedosos foquitos. En tanto, Tiffanny fabrica lámparas y vitrales con la misma calidad y diseño que una joya.

   Actualmente es posible encontrar infinidad de artefactos y una gran variedad de fuentes lumínicas. Lámpara incandescente de luz blanca o cálida, dicroica, bi pin, tubo fluorescente, lámpara de bajo consumo, alógena, leds y alo spot son algunas de las numerosas opciones que brinda el mercado.

   Para iluminar una obra pueden tomarse distintos criterios. Privilegiar el artefacto, el tipo de lámpara o el objeto a iluminar. Sería válido plantear desde los primeros bosquejos del proyecto dónde, cómo y cuánto se favorece o niega el ingreso de luz natural. Tomar a las visuales y al control climático como una herramienta de proyecto y no esperar al final de la obra para definir la iluminación artificial. En síntesis, reemplazar la actitud mágica y pasiva de que a último momento “se nos prenda la lamparita” por decidir encender el fuego.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


Notas Relacionadas
Jornadas de luminotecnia


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados