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 sábado, 03 de noviembre de 2007  
Sólo los ministerios sostienen los calendarios que fijan para el año escolar: horas libres, falta de cargos y la inseguridad inciden en las jornadas escolares
Conflictos y problemas edilicios jaquean el cumplimiento de los 180 días de clases
Al 14 de diciembre se contabilizarán en la provincia de Santa Fe 176 jornadas dictadas

Marcela Isaías / La Capital

Conflictos docentes, escuelas que muestran su fragilidad luego de cada temporal, inseguridad, infraestructura deficiente, horas libres naturalizadas en los colegios secundarios y falta de cargos son algunas de las razones que afectan en la provincia el cumplimiento de los 180 días de clases establecidos por ley.

La norma es la 25.864, aprobada el 4 de diciembre de 2003 y sancionada el 8 de enero de 2004, que fija para todas las escuelas del país de educación inicial, EGB y polimodal un ciclo lectivo anual mínimo de 180 días efectivos de clases y obliga a los gobiernos a garantizar su cumplimiento.

El calendario dispuesto por Santa Fe para 2007 es de un período lectivo de 187 días desde el 1º de marzo al 14 de diciembre. Si se le restan 9 días de paros docentes (7 provinciales y dos nacionales) y dos de jornadas institucionales (el 26 de junio por promoción y el 23 de agosto por la ley provincial de educación) el número de días llega a 176.

El dato no es nada despreciable si se considera que la provincia de Santa Fe, en 24 años de gobiernos democráticos registra 301 días sin clase solamente por conflictos docentes. El “récord” se batió en la gestión de Víctor Reviglio con 158 días de paros; en tanto que el número de conflictos descendió cuando Fernando Bondesío implementó en 1992 el presentismo como medida coercitiva a los paros. Una rápida cuenta permite afirmar que se perdieron por no prestar atención a los reclamos del sector casi dos ciclos lectivos.



15 ministros de educación

En esos años se sucedieron 15 abogados, ingenieros, contadores, bioquímicos y también educadores como ministros de educación (ver infografía).

Tal como dice la secretaria general de la Ctera, Stella Maldonado, se trata de paros que los gobiernos podrían evitar si escucharan los reclamos en su momento.

El temporal de lluvia registrado a fines de marzo pasado dejó a la vista de todos la precariedad de muchas escuelas santafesinas. A punto tal que casi un mes después del hecho, una treintena de establecimientos seguía con graves problemas para dictar clases. uestra escuela no está del todo mal, las paredes están húmedas, llenas de hongos, pero no electrificadas”, decía con resignación la directiva de una escuela de Empalme Graneros a la vuelta a clases luego de la lluvia en marzo pasado. Por esos días, los padres del Complejo Gurruchaga se movilizaban por un lugar digno de aprendizaje para sus hijos.

El 2 de abril de este año el mismo director regional de Educación, Humberto Cancela, reconocía a este diario que “las lluvias afectaron a unas 116 escuelas de la Región VI”, al tiempo que estimaba “que entre 16 y 20 podrían no estar en condiciones de dar clases” al día siguiente.

La tormenta del viernes 26 de octubre puso nuevamente en dudas la posibilidad de garantizar un ciclo lectivo normal cuando no se atienden los reclamos a tiempo y las soluciones ofrecidas son siempre para salir del paso. Incluso hasta ayer había escuelas que permanecían sin enseñar.

También en esta línea de establecimientos tocados por la inestabilidad están aquellos que han vivido momentos de zozobra y sin clases por no saber si tendrían o no edificio escolar. Un ejemplo es lo que pasaron alumnos, docentes y directivos de la Escuela Técnica Nº 628, por la falta de pagos del alquiler de la provincia.

La inseguridad es otro de los factores que alteran el desarrollo de jornadas de clases, a sus alumnos y familias. En agosto pasado los padres de la Escuela Ceferino Namuncurá decidieron suspender el dictado de la enseñanza para ser escuchados en sus reclamos por mayor seguridad para el barrio y el centro educativo. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Rosario y difundido el 2 de junio pasado por La Capital revela que siete de cada diez escuelas rosarinas registraron en el 2006 episodios de violencia, entre los que cuentan los robos a los propios establecimientos.

En el normal dictado de clases no puede desconocerse el incremento de las llamadas “horas libres” que atañen a la escuela secundaria. El hecho, ya naturalizado en este nivel, encuentra un camino de difícil solución. Por un lado el aumento del ausentismo, que por ejemplo, ya a principios de año registraba la cifra de 10.169 docentes provinciales (de todos los niveles, de gestión oficial y de un total de 52.704) que faltaron sólo por razones médicas.

Ausencias que varían por regionales de Educación. Los índices más altos están en las Regiones II (Reconquista) con el 16,68%, y en la IV con el 15,57 % y en la VI de Educación (Rosario y su zona de influencia), donde el índice de ausentismo alcanza al 12,63 %.



Desigualdades

Para algunos se trata de un abuso de licencias de los educadores, para otros un síntoma del malestar docente. Y en esto influye además la lentitud de un sistema altamente burocratizado para nombrar reemplazantes, donde por ejemplo se utilizan escalafones de dos años atrás para cubrir la ausencia o hay que esperar 48 horas para que el primero de la nómina acepte o rechace la suplencia ofrecida.

Lo cierto es que gran parte de los adolescentes que asisten a clases encuentran poca motivación para aprender cuando las horas efectivas no son cumplidas.

En este panorama no quedan al margen las diferencias con las que aprenden los chicos en la provincia, si se trata de evaluar los cargos para cubrir las conocidas materias especiales. Dos ejemplos ilustran esta situación: uno es el nombramiento de la bibliotecaria que llegó finalmente en agosto pasado a la Escuela Nº 825, cargo que fue reclamado por más de 30 años, y otro es el de la Escuela Nº 1.376 del oeste rosarino, que ya despidió en 2006 su primera promoción de chicos sin que hayan recibido nunca clases de música, de dibujo o educación física.

La situación de inseguridad, infraestructura y falta de cargos no es patrimonio exclusivo de las zonas urbanas o de la ciudad de Rosario. Basta bucear en los diarios provinciales para ratificar que los días de clases efectivos y que garanticen igualdad de aprendizaje a todos los chicos aún es una bella meta a alcanzar.


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