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 sábado, 13 de octubre de 2007  
Incredulidad, el daño de cada día

Muchos recuerdan la trayectoria de mi padre Antonio Trillini (1924–1999) como militante justicialista. Dedicó su vida a la militancia. Lo tremendo y sorprendente (según pasan las generaciones) es la persistente incredulidad argentina que se practica día tras día. Porque para ser creíble en este país pareciera que hay que callar muchas verdades, no decir algo que al otro no se le haya ocurrido, no descollar con el conocimiento, tener un buen auto, garantizarte la imagen, no tener experiencia y sí poca historia. Esa incredulidad hizo que alguien dijera alguna vez: "El Tony está viejo", cuando en septiembre de 1995 él dio detalles en un periódico sobre la ley de lemas: "Fue un fracaso, un sólo candidato opositor de un sublema casi igualó al conjunto de los dos presuntos ganadores de nuestra provincia... Debería anularse en tren de darle al acto eleccionario transparencia en relación con la democracia que deseamos... Obeid deberá extremar los medios para unir a toda nuestra dirigencia". Don Trillini hoy sería más joven que muchos de los que se perpetuaron en el poder y lo tildaron de viejo. Y a los más jóvenes "en carrera" no les debe faltar memoria. Entonces, ¿por qué no pregonar con el ejemplo? ¿No es hora de dejar de hablar de milenarias culturas, cuando hay mucha sabiduría por rescatar en esta provincia? Sabiduría de los adultos mayores que antecedieron a los actuales denominados políticos, para ser transmitida, colaborando en la formación, llevando serenidad y unidad de criterios a las bases. Para esto no hace falta crear una comisión, un proyecto, porque repetiríamos la historia con los personajes de siempre, y de paso con costos altísimos. Con un acto de espontaneidad los que hoy ocupan cargos pueden hacerlo. Rescatar del olvido a tantos hombres y mujeres de diferentes barrios con mucho para contar y enseñar, que están presos de la incredulidad, pan y daño nuestro de cada día.

Marta Trillini

DNI 14.888.438


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