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 domingo, 30 de septiembre de 2007  
[primera persona] - Jorge Volpi
Novela a la mexicana
La publicación de "No será la tierra" cierra una trilogía que retrata momentos clave del siglo XX, en un juego de cruces entre historia y ficción

Osvaldo Aguirre / La Capital

Diez años que se multiplicaron por diez. El escritor mexicano Jorge Volpi (1968) empleó una década para componer una ambiciosa trilogía novelística que se propone como un retrato del siglo XX. “No será la tierra”, de reciente edición en Alfaguara, señala el cierra el ciclo, que incluye “En busca de Klingsor” (1999) y “El fin de la locura” (2004).

Volpi estuvo de paso por Argentina para promocionar su última novela, en que la acción, centralizada en tres mujeres, asocia personajes imaginarios e históricos (Gorbachov, Yeltsin, entre otros) e incorpora en su trama algunos de los grandes acontecimientos del último período del siglo que pasó, en un arco que va de la política (el accidente de Chernobyl, la caída del Muro de Berlín) a la ciencia (el proyecto genoma humano).

—¿La trilogía surgió como proyecto desde el principio?

—No, cuando estaba terminando “En busca de Klingsor” me di cuenta de que me había gustado tanto ese tipo de novela y esa experiencia que decidí escribir dos novelas más. La experiencia estética del proyecto de mezclar historia y ficción, digo, de investigar algunos de los acontecimientos centrales del siglo XX, de imaginar tantos personajes, tantos puntos de vista, mezclar discursos tan distintos. Eso me gustó mucho y por eso decidí hacerlo en tres novelas diferentes.

—La trilogía está integrada por novelas independientes entre sí. ¿Cuál es el punto de unidad?

—Exacto, son tres novelas que no tienen personajes comunes, pero para mí representan un proyecto estético común, de tres novelas que retratan momentos clave del siglo XX. Son novelas que mezclan la ficción con la realidad, la literatura con otros discursos, con ciencia, con arte, con política, con historia y en la cual se retratan las vidas de unos cuantos personajes concretos en esos momentos capitales del siglo XX.

—¿Cómo fue tratar con personajes históricos en una ficción?

—El mecanismo consiste en tratar a los personajes de ficción como si hubiesen existido, y a los personajes que existieron como si fueran de ficción. Lo que había que hacer era documentarse lo más posible, leer todo lo que se pudiera, tanto de biografías como de autobiografías o prensa, y luego imaginar que eso se le ocurrió a uno, al escritor.

—En la nota final de “No será la tierra” referís la incorporación de textos de Anna Ajmatova y Osip Mandelstam. ¿Leer poesía fue parte de esa documentación?

—Pues sí, la poesía tiene una parte importante en la novela. Es una especie de contraste. La novela trata sobre la avidez económica y política de casi todos los personajes, económicos, científicos, o lo que sean. Sin embargo hay un personaje distinto de los demás, una adolescente rusa, Oksana, que es casi la víctima central de lo que está ocurriendo, y ella está fascinada con el mundo del arte, con la música y con la poesía, y sobre todo con la poesía de Ajmatova. Ella compone canciones a partir de los poemas de Ajmatova. El contrapunto de aquellos grandes acontecimientos es justamente esta adolescente. Es un personaje que yo pensé que iba a tener menos importancia, y sin embargo fue cobrando cada vez más cuerpo y vida en la novela hasta tornarse en el personaje más entrañable, no sólo para mí sino para la mayor parte de los lectores. Escribir la muerte de Oksana fue uno de esos momentos en que, por más cursi que suene, uno siente que abandona a alguien con quien ha convivido más tiempo que con muchos seres humanos

—¿Cómo surgió la idea de que las protagonistas fueran mujeres?

—Por un lado del reto personal de intentar ser una mujer, estar cerca de lo que sienten y piensan mujeres muy distintas, en áreas muy distintas, con formaciones muy distintas. Y por el otro, el papel de la mujer en la segunda mitad del siglo XX es una de las grandes revoluciones ocurridas. Son tres mujeres independientes, en contextos distintos, y aun así están enfrentadas con los hombres y con ese poder que los hombres intentan ejercer sobre ellas. El protagonista central, el narrador, el que cuenta la historia de las mujeres que son el centro de la novela, es un periodista ruso, que tiene una relación de amor terrible con una de las mujeres y a partir de ahí es que cuenta la historia.

—¿La novela es el género que puede abarcar todos los discursos que circulan en la sociedad?

—Sí, creo que la novela sigue siendo uno de esos escasos ámbitos donde uno puede tener el conocimiento unificado y mezclar la ficción con la ciencia, con la historia, con el arte. El novelista nunca es un especialista de un solo tema pero al menos es alguien que puede juntar los principios generales de todas las disciplinas.

—¿La ficción tiene que dar interpretaciones sobre los episodios de la Historia?

—Sí, sobre todo algo que no puede hacer algo la Historia como tal que es hacernos sentir muy cerca de cómo otros vivieron esos acontecimientos históricos. A través de la creación de esos personajes, y cuando uno lee a esos personajes, tiene la sensación de que está viviendo con ellos lo que están pasando a su vez. Ahora puedo decir que conozco mucho mejor qué ocurrió en ese final de siglo que pasamos.


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La gran forma. "La novela es un ámbito donde uno puede tener el conocimiento unificado", dice Volpi.

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