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 domingo, 02 de septiembre de 2007  
Tres modos de la escena
“Troyanas”, “El soldado fanfarrón” y “Fuera de cuadro” suben a escena en el CEC. El director explica su propuesta

Aldo Pricco

Tres maneras de proponer al espectador el encuentro con el universo del teatro en dimensiones diferentes. Tres puntos de vista en cuanto a la puesta en escena y el estilo de actuación. Pero a pesar de la diversidad son fases de un mismo proceso: confrontar el cuerpo del actor con el del receptor en un mismo espacio y lugar, mostrando el artificio del trabajo y, a la vez, intentando crear una ilusión que por el tiempo de la función resulta creída, aceptada, incorporada.

De eso se trata esta tríada. De asomarnos a la guerra y al horror de una Troya demasiado cercana y presenciar a los viejos héroes trágicos como humanos contradictorios en el juego siniestro del poder. De participar de la fiesta con la farsa de una sexualidad exultante y ridícula en la comedia de Plauto a la vez que ver desfilar, en un guiño intertextual, los gestos y discursos de los cómicos más entrañables que hicieron de la vida algo parecido a la maravilla. De proponer ser testigos de la soledad y de los extraños caminos del amor en los seres descolocados y tan próximos de “Fuera de cuadro”.

En las tres obras se reitera un procedimiento: los actores, en una situación intermedia entre el personaje y el individuo, observan actuar en detalle a sus compañeros reproduciendo el fenómeno de la expectación del público e incorporándose al contexto de la ficción. Viejo recurso del más antiguo teatro occidental, reinaugurado por Bertold Brecht en el siglo XX, es utilizado por nosotros para mostrar no sólo la ficción sino también su factura y sus fases. La composición es incorporada a la percepción: el teatro es magia y artefacto, vida y rutina hasta el cansancio, espontaneidad producto de la más exhaustiva repetición.

   Las voces y los cuerpos de los personajes completan esa parte que falta o dialogan con lo que aún no sucedió. El mero acontecer de sus vidas escénicas sólo pretende conmocionar un poco, entretener, provocar sensaciones y pensamientos, afectar lo que somos antes de presenciar la función. El deseo es que ustedes salgan del teatro un poco distintos, con el cuerpo diferente o los ojos levemente cambiados. De nuestra parte proponemos que entreguen una mínima confianza para poder completar este hecho solidario, mutuo, casi innecesario, pero que resulta imprescindible en la medida en que espectadores y actores juguemos a creernos este universo simultáneo.
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