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 domingo, 02 de septiembre de 2007  
Cayó una pareja por brutal robo a un ciber

Leo Graciarena / La Capital

“Cuando el chabón le apuntó con la pistola en la cabeza a mi hijo se me nubló la vista, le agarré el arma y nos trenzamos a pelear”. Eduardo tiene 49 años. El jueves por la noche estaba en el ciber de Urquiza al 1400 junto a su hijo de 26 años cuando los asaltaron. Cuenta que nunca olvidará la expresión en la cara del ladrón que en plena lucha le gatilló el arma en la cabeza y la bala no salió. El proyectil no salió, pero de la disputa a Eduardo le quedaron cuatro puntos de sutura en la cabeza de un culatazo y el desprendimiento del cartílago de la oreja.

   Ayer se sintió más aliviado al conocer que efectivos de la seccional 3ª habían detenido a su agresor y a la mujer que lo acompañaba en el robo. El delincuente, de 27 años, es oriundo del partido bonaerense de Tigre y cumplió cuatro años de condena por robos reiterados a mano armada en el penal de Magdalena.



La acción. Eran dos. Una muchacha y un joven. Una linda pareja,ambos bien vestidos. No era la primera vez que iban al ciber de Urquiza al 1400. Lo habían hecho varias veces. La pareja entró al local, donde había cuatro personas, el jueves pasadas las 23. Ocuparon una máquina y el joven le gritó a Jonatan, uno de los dueños del lugar que estaba detrás del mostrador: “Dejame la máquina con tiempo libre”. Esa escena duró menos de cinco minutos.



Por 95 pesos. “Mientras la muchacha se quedó sentada, el pibe se vino hacia el mostrador. Sacó una pistola con la que apuntó en la cabeza a mi hijo Jonatan, de 26 años”, rememoró Eduardo.

   “El tipo estaba muy agresivo. «Vamos todos para arriba. Al baño», nos dijo”, recordó Eduardo. Fue un viaje sin sentido, ya que los baños estan en planta baja. La víctima recordó que el primero de la fila era su hijo Jonatan, al que el ladrón llevaba con la pistola en la cabeza, y el último era él.

   “Nos metió en el baño y del bolsillo sacó un montón de precintos. «Atensé», nos dijo. Y cuando lo hacíamos le gritó a mi hijo: «Vos, vení para acá». Y le puso la pistola en la cabeza”.

   Ahí Eduardo perdió los estribos y se trenzó en lucha. Mientras tanto, la pareja del ladrón robaba lo que había. Un celular y 95 pesos en billetes y monedas. “El tipo me dio contra un espejo. Me tiró al piso y cuando estaba caído me gatilló el arma en la cabeza. Recuerdo la expresión de sorpresa del tipo cuando la bala no salió. Entonces dio media vuelta y se fue”, relató Eduardo. La pelea le dejó como recuerdo cuatro puntos de sutura en la cabeza, siete en una de sus orejas y un profundo corte en un dedo de la mano. “Lo único que me importaba era que le dejara de apuntar a mi hijo en la cabeza”, explicó el hombre.

   La historia del robo al ciber tuvo una vuelta de rosca inesperada. Ayer a la madrugada un testigo ocasional del robo, que pudo ver muy bien a los ladrones, llamó al 4721769, el teléfono de la 3ª. “Están en la esquina de Güemes y Callao. No tengo dudas de que son los del ciber. Vengan ahora que se van a pirar”, escuchó el vigilante de guardia.



El hospedaje. Varios móviles confluyeron rápidamente en esa esquina. Respondían a la descripción aportada por los testigos. Los detuvieron y los condujeron hasta la seccional de Dorrego al 100. “Estaban alojados en un hotel que está a la vuelta de donde fueron detenidos. El juez de Instrucción Adolfo Prunotto Laborde firmó una orden y allanamos el cuarto en el que vivían desde hace dos meses”, relató una fuente policial consultada.

   En la habitación 11 del hotel, los pesquisas hallaron un pistola 9 milímetros Bersa Thunder, con una bala en la recámara y ocho en el cargador. El arma estaba manchada con sangre al igual que una campera con corderito y un jean de hombre. Además había una computadora personal marca Compaq Presario, “que la mujer contó que la habían robado a mano armada de una casa de zona sur”, explicó el informante.

Los pergaminos. El hombre detenido primero dio un nombre falso. Luego otro y otro más, este último el verdadero. Tiene 27 años y es oriundo de Tigre. Como Oscar Alberto Espíndola, su nombre auténtico, tiene una condena de siete años por robos calificados reiterados en provincia de Buenos Aires de los que cumplió cuatro en el penal Magdalena. Y con el ficticio nombre de Juan Carlos Peralta, en febrero de 2006 fue detenido en la seccional 16ª de barrio Tablada por tenencia ilegal de arma de guerra donde estuvo tres meses preso.

   “Hermano, vos estás hasta las manos”, le susurró al pasar un policía. Espíndola le contestó: “Hasta las manos es estar preso por secuestro”.

   Su compañera es oriunda de Rosario y no tiene antecedentes policiales. Fue identificada como Paola B., de 22 años. La pareja dio al menos tres golpes en los últimos 21 días con el mismo modus operandi. Además del negocio del jueves, robaron 800 pesos de un minimarket de España al 600 el 19 de agosto y una semana antes el local Cyber Silence Play Room, en la planta alta de Mitre al 1700. l
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