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 sábado, 18 de agosto de 2007  
Nueva gestión. Ejes y propuestas de trabajo de la cuarta Universidad nacional del país
Darío Maiorana: "La UNR está alejada de la comunidad"
El rector dice que hace falta mejorar la relación con los estados

Matías Loja / La Capital

“En la Universidad no puede haber ningún tema que no pueda ser criticado o discutido”, dispara el flamante rector de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Darío Maiorana. Hasta hace poco decano de la Facultad de Humanidades, Maiorana conducirá —secundado por Eduardo Seminara— los destinos de la institución rosarina hasta el 2011.

En su despacho del primer piso de la Sede de Gobierno de la Universidad Maiorana expone ante La Capital las líneas generales del proyecto que propone para la casa de altos estudios rosarina. Propuesta que incluye la necesidad, según afirma, de cambiar radicalmente la relación de la UNR con los estados y con la sociedad, ya que advierte: “La universidad está bastante lejana de la comunidad y de la vida diaria de los rosarinos”.

Egresado del Colegio La Salle de Rosario, se recibió en 1988 de profesor en letras en la Facultad de Humanidades, institución a la que ingresó en el 82, durante los últimos tiempos de la última dictadura militar. “Allí empecé mi militancia universitaria, en Franja Morada, como miembro del primer centro de estudiantes elegido de la facultad”, apunta.

—¿Mantiene ideales de aquella época?

—Hay un dicho latino que dice que los tiempos cambian, y nosotros cambiamos con ellos. Yo creo que se pueden mantener los ideales, que obviamente van evolucionando también. Quizás cuanto uno más recorre, y más tiempo pasa, se van encontrando distintas visiones de lo mismo. Por supuesto que no es lo mismo estar de un lado del aula que del otro, ser alumno que docente. Pero creo que los ideales se pueden mantener. A lo mejor se van complejizando, porque toda mi expectativa como estudiante durante la dictadura militar de un país donde no había democracia, y la defensa de los derechos humanos, evolucionó a partir de que tenemos democracia. Por eso mis perspectivas de democratización no son las mismas que las de entonces.

—¿Y qué opina cuando muchos reclaman una mayor democratización en la Universidad?

—Yo viví la Universidad de la dictadura, con teóricos obligatorios, con turno castigo donde si vos rendías mal al siguiente turno no te podías presentar. Una universidad que te obligaba a anotarte para rendir, y si no ibas 48 horas antes tenías que disentir formalmente, porque si no perdías dos turnos. Una universidad en la que los decanos podían anularte materias en caso de que consideraran que las asignaturas que habías rendido tenían un programa o un profesor que era subversivo. Esa era una universidad antidemocrática, y fundamentalmente en donde no funcionaba ningún mecanismo de participación.

—¿Falta democracia hoy en las universidades?

—Es muy probable y posiblemente haya muchos espacios que hay que democratizar. Pero no creo, en general, que sean los espacios formales. Es decir, hay que democratizar las relaciones en el aula y las formas de tratamiento, porque es muy probable que haya discriminación. No creo que la democratización pase por lo formal, sino en cambiar las prácticas, puntos de vista y conceptos. Entiendo que democratizar no es mirar al interior solamente. Si yo ocupo un lugar en la universidad seguro que por cada uno de los que están adentro hay muchos que no pudieron llegar. Entonces hay que ser responsable, porque si tardo 15 o 20 años en recibirme soy un irresponsable porque no cumplo con algo fundamental. La educación gratuita y el ingreso irrestricto, cuestiones que comparto, son un derecho que se sustentan en que todos están pagando, aún los que no están en la universidad. Y todo derecho conlleva obligaciones.

—¿Qué institución le toca dirigir?

—Me toca gobernar una universidad que, pese a problemas crónicos de presupuesto, tiene unas cuentas bastante ordenadas. Una herencia que hemos tenido tanto del rector (Ricardo) Suárez como de (Aldo) Gimbatti. Pero es una universidad todavía muy disociada, sobre todo en el funcionamiento de sus facultades. Y por la "cuota del loteo", de acuerdo a la cantidad de votos, se repartían los espacios, la consecuencia es que hay secretarías que no han funcionado. Y está comprobado, fundamentalmente porque hay presupuestos asignados que no fueron ejecutados. La Universidad está bastante lejana a la comunidad y a la vida diaria de los rosarinos. Hay excelentes ejemplos de relación pero son de cátedras o personas, pero la UNR no tiene la presencia fuerte que tendría que tener.

—Usted dijo que Rosario no es una ciudad universitaria...

—Exacto. Ni Rosario ni la región son universitarias. Nosotros tenemos el mayor presupuesto estatal de la ciudad, donde hay más de 100 mil personas que tienen que ver con la institución. Porque alguien estudia, porque alguien trabaja en ella o porque es egresado. Tenemos una radio, editorial, y sin embargo Rosario no es Santa Fe ni Córdoba.

—¿Cómo plantea el debate futuro en la UNR?

—No puede haber ningún tema que no pueda ser criticado o discutido, porque justamente la sacralidad está en la metodología. Por eso cuando los estudiantes planteaban que había que reformar los estatutos yo constantemente les decía que no hay ninguna duda de que hay muchas cuestiones a reformar. La Universidad es generadora de conocimiento, político, pero también es socializadora del mismo, y no puede existir si no hay posibilidad de criticar y avanzar.


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El flamante rector de la UNR asegura que quiere convertir a Rosario en una ciudad universitaria, como lo son Córdoba y La Plata.

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