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 martes, 24 de julio de 2007  
Reflexiones
Todos somos personajes

Jorge Llonch (*)

Roberto Fontanarrosa no sólo fue prolífico y generoso con su obra y sus afectos más próximos, si se lo busca en internet, la cantidad de sitios donde recogen sus textos y sus viñetas es inagotable. Páginas de todo tipo, blogs, muchas de Argentina, Colombia, México, Uruguay, España, de jóvenes que intercambian mensajes, que acaso no están demasiados interesados ni en la literatura ni en eso que a grandes rasgos llamamos "cultura", pero encontraron en un cuento, un chiste, un dibujo de Fontanarrosa algo que los interpeló, que les habló casi al oído sobre un tema que dominan todos, y en ese secreto hubo un hallazgo, una sorpresa.

Entre esos cuentos citados en internet, donde de inmediato ingresó el dato de su muerte, ayer a las tres de la tarde, figura "Memorias de un wing derecho". En el relato, un delantero de River recuerda sus jugadas y empieza a tirar cifras imposibles: 6.800 goles, por ejemplo. E insiste: el arquero debe estar siempre ahí, en el medio del arco, sus compañeros, que tienen que estar en línea... y así. Algunas líneas más abajo descubrimos que el wing es un jugador de metegol, un muñeco de fierro al que el Negro Fontanarrosa hace jugar en primera.

Ese tal vez sea el movimiento típico de Fontanarrosa: hacía jugar a todos en primera, no importa la madera de que estuvieran hechos. Un bar, una barra de amigos, un gaucho anacrónico, un matón hecho con los retazos de los policiales de la serie negra, un equipo de fútbol de pueblo, una ciudad...

Porque lo que es notable en esos sitios que cualquiera puede visitar en internet, es que aquellos que tienen su origen en los puntos más remotos refieren a Rosario como una ciudad creada por el mismo Negro Fontanarrosa. Y es que Rosario es también una creación de él. Lo que a los funcionarios que nos dedicamos al campo de la cultura nos demandaría una gestión infinita, Fontanarrosa lo resolvió son sus líneas limpias y firmes, con sus diálogos entre personajes que cualquiera ha conocido en una mesa de café.

El mismo Fontanarrosa es un personaje y eso se palpaba en su intervención en la última Feria del Libro, en el Patio de la Madera, hace poco menos de un año: le gente se sorprendía con sus chistes, pero, sin desconocer el estado en el que estaba, esperaba Josus palabras con una sonrisa, con su sola presencia el Negro Fontanarrosa ya les estaba diciendo algo.

Hermenegildo Sábat dijo que Fontanarrosa era de los pocos que hacían una literatura muy popular y muy inteligente. Cierto, y no es un dato menor. Si en lo popular habla el pueblo, si el Martín Fierro (que él ilustró con maestría) terminó de darle forma al habla y la figura del gaucho; si Borges dio los toques finales a una Buenos Aires ya mítica; si Juan José Saer creó una zona que hizo legible a Santa Fe en todo el mundo, hay que decir que Rosario es universal con Fontanarrosa, y que todos somos ya sus personajes. Y que ninguna despedida puede dejar de ser también un agradecimiento.

"Qué lo parió, Negro".



(*) Secretario de Cultura de la provincia de Santa Fe
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