Las aerolíneas brasileñas boicotean el aeropuerto donde pasó la tragedia

Ante otro día de lluvia, como cuando ocurrió el accidente, desviaron sus vuelos. Se profundiza el caos

San Pablo. — Brasil vivió una nueva jornada de caos aéreo, con centenares de vuelos atrasados, mientras miles de pasajeros se agolpaban en los aeropuertos, a una semana del accidente que mató a unas 200 personas. El caos fue especialmente grave en la terminal de Congonhas, en San Pablo, donde ocurrió la tragedia. TAM, la empresa dueña del avión siniestrado, así como las otras aerolíneas, decidieron boicotear a Congonhas al presentarse lluvia, igual que el día del desastre. Derivaron sus vuelos hacia el vecino aeropuerto de Guarulhos, con lo que el caos se generalizó en las terminales de San Pablo y se expandió a otras ciudades.

   El descalabro ya venía del fin de semana, cuando una central de control aéreo en la ciudad amazónica de Manaos se quedó sin electricidad, provocando un efecto dominó.



Cifra de muertos. En la morgue de San Pablo, los forenses continuaban identificando los restos carbonizados de las víctimas del accidente del vuelo de TAM. Sumaron ayer 198 los muertos del accidente, al identificarse a un taxista. A los 187 tripulantes se agrega una docena de muertos en tierra, pero el número final todavía es incierto. El Airbus de TAM se estrelló el martes pasado contra un edificio, tras terminar el recorrido de la principal pista de Congonhas al no poder frenar bajo la lluvia. Esta pista principal se encuentra cerrada desde el accidente, lo que obliga a usar la auxiliar. Pero ayer TAM, además de GOL y Varig, ante otro día de lluvia, decidieron dejar de operar en Congonhas y desviar sus vuelos y pasajeros al vecino aeropuerto de Guarulhos, lo que provocó un cuadro caótico.



Deslizamiento de tierra. Hasta las 17.30, 117 salidas de 196 programadas de Congonhas habían sido canceladas. Por la noche hubo un deslizamiento de tierra en una cabecera de la pista principal, evidenciando la precariedad que reina en la aeroestación.

   TAM, GOL y Varig ya habían decidido antes de la lluvia no hacer bajar a los aviones más grandes en Congonhas. Guarulhos recibió ayer al menos 30 vuelos extra. El caos, mayúsculo en San Pablo, también afectaba a Brasilia, Río y Porto Alegre, entre otras.

   Antes de la decisión de suspender operaciones en Congonhas otra aeronave de TAM —la tercera en los últimos días—, abortó un aterrizaje allí. El avión “arremetió” —una maniobra en la que la nave desciende para aterrizar pero desiste y vuelve a levantar vuelo— en la mañana de ayer. Este es al menos el tercer avión de TAM que “arremete” en Congonhas desde el pasado jueves.



Trató de frenar. Hasta ayer se creía que el piloto del Airbus de TAM que se estrelló el martes también intentó “arremeter”, pero según el análisis preliminar de las cajas negras tuvo problemas para frenar. Este dato refuerza la posibilidad de que el estado de la pista (mojada y con baja adherencia) haya contribuido al siniestro.

   “Las autoridades brasileñas están demasiado ocupadas intentando salvar su propia piel. Están colocando en riesgo el público que viaja”, acusó en tanto Marc Baumgartner, presidente de la Federación Internacional de las Asociaciones de Controladores de Tráfico Aéreo (Ifacta).

   Brasil reaccionó duramente a la propuesta de Ifacta de que convoque a expertos internacionales. “Son unos imbéciles queriendo meterse. Brasil no necesita ayuda internacional. Que cuiden del espacio aéreo de ellos y nosotros cuidamos del nuestro”, dijo José Carlos Pereira, presidente de la cuestionada Infraero, la autoridad estatal aeroportuaria.

   “Fue una tragedia, sí, pero es una tragedia nuestra”, agregó el funcionario, objetado por haber habilitado recientemente la pista principal de Congonhas tras una serie de reformas inconclusas para mejorar su adherencia y drenaje cuando llueve.

Protesta de familiares de las víctimas de vuelo de TAM frente al aeropuerto de Congonhas, San Pablo, donde ayer las aerolíneas decidieron dejar de operar por falta de seguridad.