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 sábado, 07 de julio de 2007  
Le robaron la moto después de pasar una noche de placer

El jueves por la noche Ramón subió a su moto y se fue hasta uno de los bares que circundan la plaza Libertad para tomar unos tragos, pasar un buen rato y, si era posible, extender la madrugada en buena compañía. Y en el inicio no le fue tan mal. Después de unas copas en un boliche de Mitre al 1800, el hombre de 40 años se retiró del bar hacia la pensión en la que reside acompañado por dos mujeres y una travesti. Pero la felicidad le duró poco. Ya en su cuarto, el hombre y sus invitadas tomaron varias cervezas. Pero al poco tiempo Ramón se quedó dormido sobre su cama y cuando despertó, algunas horas más tarde, vio con asombro que las damas ya no estaban. Con temor revisó los bolsillos de su pantalón y se percató de que le faltaban las llaves de la moto. Y comprobó que el vehículo también había desaparecido.

   La plaza Libertad es un punto seguro en el mapa de aquel que busca una oferta amplia de diversión. Allí, varios bares son el epicentro de una movida en la que trabajan tanto mujeres como hombres, travestis y homosexuales. Según fuentes policiales, hasta allí llegó Ramón al filo de la medianoche del jueves, buscando pasar un buen rato. Hizo pie en el bar Inizio, ubicado sobre Mitre al 1800, donde se tomó unos tragos y se contactó con dos mujeres y una travesti. “¿Y si nos vamos para la piecita de la pensión donde vamos a estar más cómodos?”, sugirió el hombre a sus invitadas. Acto seguido, los cuatro se fueron para la casa de huéspedes, ubicada en Buenos Aires al 1300, aunque nada se sabe si todos pudieron subirse a la misma moto.



Sueño profundo. Ya en la humilde habitación de la pensión, al calor de una estufa, la charla del cuarteto continuó bien regada con cervezas. Ramón no sabe cuándo, pero en un momento se quedó dormido sobre su cama.

   Cuando a las 11 de la mañana Ramón se despertó, en el lugar ya no había charla animada ni risas. El hombre se levantó, agarró el pantalón que llevaba puesto cuando fue hacia el bar y en ninguno de los bolsillos estaban las llaves de la moto. Desesperado, fue hasta la vereda de la pensión donde había dejado estacionado y atado con una linga el pequeño vehículo y comprobó que ya no estaba. Sin lugar a dudas, caminó una cuadra y se fue hasta la seccional 1ª donde radicó la denuncia por la sustracción del rodado.
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El bar donde Ramón conoció a quienes le robaron la moto.

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