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 sábado, 07 de julio de 2007  
Preservación: para cuidar la memoria
Las nuevas políticas de protección ofrecen una mirada más amplia y dinámica del patrimonio cultural. Se necesitan una normativa muy clara, convenios y más incentivos. La visión de una especialista

Textos: Aníbal Fucaraccio

“No hay que ser fundamentalistas con el patrimonio ni progresistas a ultranza y tirar todo porque el pasado no sirve. Hay que buscar el equilibrio y la concertación permanente de intereses”. La afirmación de la arquitecta María de las Nieves Arias, subsecretaria de Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, revela una nueva concepción en políticas de protección. Según la especialista, hay una mirada más amplia y dinámica que reclama reglas muy claras de preservación pero también convenios e incentivos para hacer ciudad con nociones de futuro.

   La arquitecta Arias dictó una conferencia sobre “Gestión patrimonial” en el túnel del Colegio de Arquitectos de Rosario y allí brindó su visión luego de siete años en la función pública estudiando las acciones más convenientes para proteger el patrimonio cultural.

—¿En qué se basa la política patrimonial que se aplica en Buenos Aires?

—Por un lado, en la identificación de los bienes culturales y por otro lado en la valoración, el inventario y registro del patrimonio. También hay acciones concretas de restauración y puesta en valor, no solamente en edificios sino en elementos muebles como murales, esculturas, relojes o calesitas. Hay una mirada muy amplia.

—¿Sobre qué cuestiones trabajan?

—No trabajamos solamente con el patrimonio monumental, singular y emblemático sino también miramos al patrimonio barrial, que quizás es más modesto, más sencillo, pero para la comunidad es tan importante como el otro porque forma parte de su identidad y memoria.

—En esta ampliación de la mirada, ¿no se puede caer en excesos y catalogar demasiadas cosas?

—No somos un órgano de aplicación de quien cataloga y protege legalmente. Lo que hacemos es ayudar a esa área a identificar los bienes. Nos parece que se ha perdido mucho en Buenos Aires por falta de una política coherente e integrada. Las tareas de identificación y difusión siempre son pocas. Y son más que una necesidad, una obligación. Hay que informar a la gente porque quien no conoce, poco puede valorar y defender.

—¿Las tareas de difusión se incluyen en las escuelas?

—Lo hacemos en las 3 mil escuelas de la ciudad mediante jornadas de concientización con los chicos de primaria y de media. Hicimos mapas barriales que son instrumentos muy didácticos. Eso les permite a los maestros reconocer el patrimonio de los barrios con los alumnos. Además de libros técnicos donde quedan asentadas las tareas y la metodología de restauración que se hicieron en cada edificio. Esa también es una manera de rendirle cuentas al vecino.

—¿Cuándo una obra tiene valor patrimonial?

—No necesariamente debe ser antigua. La antigüedad >>>influye pero la verdad es que hay muchas obras modernas que realmente tienen valor arquitectónico, urbanístico, artístico, de autor, tendencia o estilo. Y cuando una imagina que esa obra puede significar la pérdida de un eslabón importante de esa cadena, es allí donde la protección debe dar un amparo.

—¿Cómo ves a Rosario dentro de esa visión?

—Rosario atraviesa un momento muy importante. No solamente en la protección del patrimonio sino también en la recuperación de la costa. Lo que se hizo es fantástico. En homenaje a los 50 años del Monumento a la Bandera me parecen importantes las acciones de salvaguarda. Es una ciudad que está convencida que tiene que preservar los valores que posee, sean sus edificios, ambiente o paisaje.

—¿Por dónde pasan los carriles de crecimiento de una ciudad como Rosario que sufrió diferentes planes reguladores con miradas tan distintas del patrimonio?

—Es un tema que no es fácil en ningún lugar. Lo mismo pasa en Buenos Aires, Córdoba y en la mayoría de las grandes ciudades. La década de los planes reguladores que se dio entre los 60 y 70 evidentemente tenía una visión de la ciudad y del urbanismo que no es la actual. Por eso es importante que los municipios traten de sacar una normativa o generar un código de edificación donde se salven las piezas que lo requieran, pero que también se reflexione acerca del progreso de la ciudad.

—¿Existe un miedo a las torres?

—Es bueno que aparezcan las torres pero no en cualquier parte. Hay lugares que perderían esa visión paisajística o se romperían conjuntos arquitectónicos con mucho equilibrio. En este sentido, la normativa y la planificación urbana es absolutamente imprescindible.

—¿Son suficientes los incentivos del Estado para los dueños de las obras con valor patrimonial?

—No siempre. Debe haber incentivos y premios. En Buenos Aires a esas obras no se les cobra alumbrado, barrido y limpieza. Cuanto más cosas se le den al propietario, mejor se va a mantener el edificio.

—¿No cree que a veces se hace hincapié en las tareas de protección y eso crea una sensación de inmovilidad?

—Hay que acompañar el cambio. No hay que ser fundamentalistas con el patrimonio ni ser progresistas a ultranza y tirar todo porque el pasado no sirve. Hay que buscar el equilibrio y la concertación permanente de intereses.

—¿Cómo califica a los edificios que mantienen la fachada de la casa antigua sobre la planta baja?

—El “fachadismo” o “vaciado” me da mucho miedo. Si un edifico tiene valor es por ser un organismo vivo. Si solamente vale la fachada porque tuvo muchas intervenciones, habrá que dejar la fachada. Pero si el edificio se perdió en una zona con otra tendencia, perdió la estructura espacial y de uso, entonces hay que estudiar esos casos con mucho más cuidado. Es muy peligroso preservar sólo fachadas para que crezcan adentro edificios nuevos.

—¿Cómo debe ser el papel del arquitecto en estos casos?

—Este es un tema que reclama arquitectos con mucha claridad proyectual. Acá el profesional no debe tener una postura vedettista y debe fomentar un diálogo entre el edificio nuevo y el existente. Es todo un tema a nivel mundial.

—¿Cómo debe ser la política de preservación de una ciudad para ser moderna?

—Nadie tiene la panacea, todos estamos probando fórmulas. Pero hay que estar a la altura de los tiempos y hoy lo que se demanda es una normativa muy clara que proteja el patrimonio, una identificación muy rotunda que cuente con mecanismos, convenios e incentivos para que los propietarios hagan las mejores prácticas sobre el patrimonio y que no se sientan perseguidos o anulados en sus posibilidades de hacer lo que quieren en sus propiedades. Hay que concientizar a todos. Si se logra eso, el patrimonio tendrá otro destino.
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