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 domingo, 01 de julio de 2007  
[Perspectivas]
El alma a través del canto
La ciudad de Posadas fue escenario de una nueva edición del Encuentro Argentino de Grupos Vocales. Una música que pugna por su reconocimiento y difusión

Mario Candioti / La Capital

Se puede ser médico, profesor de educación física, veterinario, ingeniero forestal, juez, gerente de una empresa de turismo, empleado municipal, todo vale. La profesión o el título no existe a la hora de dejar el alma a través del canto. La pasión se apodera de la magia de las gargantas y las vuelca en una sinfonía de grupos vocales. Esos grupos que buscan recuperan un lugar olvidado en el rico arcón de la cultura.

Esta vez fue en Posadas, y la próxima será La Rioja, o Deán Funes. Y hasta los correntinos ofrecieron su casa. Pero no importa el lugar, importa la esencia. Los encuentros argentinos de grupos vocales padecen el mal que aqueja a aquellos hechos de la cultura que proponen un mensaje distinto y simple, pero a la vez con contenido: no se conocen en la medida que debieran hacerlo.

Intentando seguir la traza que marcaron grandes e históricos grupos vocales argentinos, como Los Nocheros de Anta, Las Voces Blancas, Los Arroyeños, Los Trovadores y tantos otros, la historia de estos encuentros se remonta a 1992 y cuenta que el primero organizado formalmente se hizo en Paraná. Después, las formaciones vocales recorrieron el país: La Rioja, San Nicolás, Necochea, General Roca, La Plata, Bahía Blanca, Paraná, otra vez Posadas, otra vez Deán Funes. Ya fueron 24 y la idea es hacer algo que pegue fuerte para el próximo. El movimiento considera el encuentro número 25 con una simbología especial: como si fueran las bodas de Plata.

La finalidad de los encuentros fue y sigue siendo compartir, intercambiar, enriquecer y difundir las diversas manifestaciones de la música folclórica expresada a través del canto vocal. Más allá de una reunión de amigos, de las charlas y las sobremesas con buen vino, a la hora de subir al escenario la profesionalidad de estos “amateurs” del canto explota de una manera increíble. Todo es pulmón, todo es corazón y ganas de recuperar con uñas y dientes un espacio de la cultura nacional y popular cuyas puertas se han ido entornando.

Para Luis Ambrosis, del grupo Vocal Quintos de La Plata, “la realidad de los grupos vocales hoy en la Argentina fundamentalmente pasa por la poca difusión que se tiene. Esto es absolutamente ad honorem, cada grupo viene por sus propios medios. Con mucho esfuerzo, con muchas ganas, pero cada vez cuesta más trasladarse”.

“¿Por qué pasa esto? —se pregunta Ambrosis—. En la música popular existen manejos de aquellos que tienen la posibilidad de difundir. No es lo mismo hacer un espectáculo con un artista de taquilla que hacerlo con un grupo al que lo conocen pocos. La gente piensa que el grupo vocal tiene una concepción que no es entendible. Nosotros tenemos grupos de un nivel excelente, con armonías realmente muy fáciles de entender para la gente. Pero lamentablemente lo popular tiene el sinónimo de cosa de poca calidad. Los medios de comunicación tendrían que preocuparse por difundir a los grupos vocales, que tienen otro tipo de armonización y otro tipo de sonido, pero que a la gente le va a gustar. Hay una riqueza musical fantástica en el país, y ese es otro de los motivos de este encuentro. Cada grupo representa a su lugar de origen con sus ritmos. Los misioneras con su música litoraleña, los riojanos con sus chayas, los grupos de la provincia de Buenos Aires, con milongas, tangos. Es algo maravilloso que mucha gente se está perdiendo”.



Una forma de resistencia

Por su parte, Hernán Lattanzio, primera guitarra y voz de Vocalcanto de San Nicolás, considera que hay un país musical escondido por cuestiones ajenas a los músicos. “Y eso tiene que ver —se explaya con pasión— con el dónde apuntan las compañías discográficas o los medios y que hace que no se vea el gran caudal musical de este país. Con respecto a la música vocal he visto una explosión muy grande, fundamentalmente de la gente joven, que no sólo se ha largado a cantar sino a investigar y a bucear en la historia de nuestro país musicalmente hablando, con lo cual el producto que presentan es más que válido porque está arraigado en las fuentes de grupos antológicos como Los Nocheros de Anta, Los Andariegos, Los Arroyeños. Por eso creo que la música popular argentina tiene cuerda para rato”.

Lattanzio hace un análisis retrospectivo del movimiento vocal en el país y recuerda que “sin duda la dictadura militar del 76 no sólo fue atroz por lo que uno conoce sino que además produjo un vaciamiento en la música popular. A partir del resurgimiento de la democracia empezó a aparecer gente como Raúl Carnota, Suna Rocha, gente que volvió del exilio y poco a poco se fue armando una especie de resistencia que hoy está dando sus frutos. De todos modos es innegable que ese vacío que hubo entre el 76 y el 83 todavía se está sintiendo”.

Para Lattanzio la música de los grupos vocales es la resistencia contra la imposición de esa música que algunos llaman basura. “Con este movimiento lo que se quiere seguir haciendo es reunir a los grupos vocales de orden nacional para poder mostrarle a la gente la otra cara de la música. Es mucho esfuerzo, pero uno lo compensa con la aceptación del público. Es un aporte valioso el de los grupos vocales a nuestra música y a nuestra gente”.

Otro referente de los grupos vocales es el riojano Camilo Matta, de Librevoz, quien hace una pintura auténtica cuando plantea el panorama de este género. “Las radios, los canales de televisión, los catálogos de los sellos discográficos han ido raleando este tipo de música por considerarla no comercial. Según ellos esto tiene una explicación y es que hoy la tendencia general es que la gente reciba más estímulos que pensamientos. Entonces difícilmente para este criterio sea audible y comercial aquello que busca que el oyente no solamente piense, sino que además sienta y que no sólo reaccione ante estímulos visuales o de otro tipo. Todo esto conlleva una forma de pensar y de actuar y termina impactando en nuestra forma de vida. Por lo tanto los que cantamos en grupos vocales, o en coros o en otro tipo de manifestaciones musicales, por no hablar de pintura, de danza, de teatro o de literatura, los que privilegiamos el repertorio y la palabra escrita y la buena poesía por sobre otros resortes más fáciles debemos tomar en cuenta que esto es así. Está planteado así desde los medios”.

Héctor “Toly” Dopazo, bajo de Enarmonía de Posadas, cree necesario generar una nueva conciencia cultural en los chicos. “Desde la escuela —señala— deberíamos incentivar el culto de nuestras expresiones regionales y nacionales, crear algún tipo de programa educativo que contemple la inserción musical cultural argentina y latinoamericana. Sabido es, y se ha dicho hasta el hartazgo, que estamos invadidos totalmente por expresiones que no nos pertenecen y que se apoyan en la ambición desmedida de productores y propietarios de estaciones difusoras a los cuales sólo les interesa facturar. Lo que no entienden es que si apostaran a esto podrían facturar igual y además estarían aportando a la cultura de su gente”.

Hay que tener qué elegir, se escucha por allí. Y la propuesta de los grupos es una opción valedera. Habrá que apelar al sentido común de aquellos que parecen no tenerlo, no necesitarlo, o no usarlo. Mientras tanto, la canción sigue siendo la misma. Los grupos vocales buscan que la cultura y la música popular sean palabras menos excluyentes y cada vez más abarcativas.
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Pintando la aldea. El grupo Enarmonía, de Misiones. Los encuentros argentinos convocan a grupos de distintos puntos del país.


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