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 miércoles, 20 de junio de 2007  
El Impenetrable muestra un genocidio indígena evitable
Como en Africa y Asia, en Chaco la desnutrición es algo común. Está cerca el exterminio final

Alfredo Hoffman / Uno Entre Ríos

Chaco - Especial para La Capital. Todos están sentados delante de los ranchos, en silencio, viendo pasar el tiempo. Las sombras de los árboles les ofrecen algo de reparo para el calor de 30 grados en pleno junio. Miran con desconfianza a los criollos que bajan de una camioneta, pero se paran respetuosos y saludan estrechando las dos manos. Apolinario Domínguez también, aunque se pone de pie y camina con dificultad. Los dedos le asoman por la punta de las alpargatas. Tiene puesto un pantalón hasta bastante más arriba de la cintura, ajustado por un cinturón al que le sobran 40 centímetros. Tiene los ojos hundidos, brazos que le cuelgan como péndulos y un pequeño bigote. Habla poco, utilizando un castellano precario. La localidad de El Espinillo, a 380 kilómetros de Resistencia, está ubicada en el Interfluvio de El Impenetrable chaqueño: las 140.000 hectáreas consideradas, al menos en los papeles y los carteles, territorio del pueblo toba. En este poblado todos son aborígenes y construyen sus propias casitas de barro, ramas y todo lo que pueda ayudar a mantenerlas en pie. Así es la de Apolinario, de dos metros por dos metros, piso de tierra polvorienta y techo de paja. Contra las paredes se apilan cacharros y ropa vieja y algo que alguna vez fue un colchón. En esas paredes anidan las vinchucas. El hombre rasca el adobe hasta encontrar una. Revuelve sus cosas y saca otra del interior de una zapatilla. Las muestra, una en cada mano, y después no las suelta, no las mata.

"Está más o menos. Antes era peor, pero ahora más o menos. Dos veces lo pesaron: primero 35 y después 39-40", dice Faustino, hermano por parte de madre. "Es muy larga la historia de él, pero te cuento así, medio mal: no come y no sé por qué es. Será que está enfermo y no le da gusto de comer. Come, sí, pero poquito, poco, poco. A veces no le siente nada de hambre. Y así vive, acá en este ranchito, solo. Lleno de vinchucas. Cuando hay este tiempo, medio de calor, él siempre sale a dormir ahí, afuera, para que no le piquen. Usted ve esa clase de rancho y ya hay bichos, vinchucas". Faustino escucha la palabra Chagas y duda. Después responde: "Yo no sé si tiene, no sé".

Apolinario, mientras tanto, muestra cómo hace para que no lo piquen durante la noche, cuando estos insectos atacan. Se acuesta en el piso del rancho y comienza a hamacarse. Cree que así va a esquivar a las vinchucas que se lanzan desde el techo. Se desprende la camisa para que se vean las ronchas. Entonces pueden contarse perfectamente las costillas, el esternón y todo el esqueleto de su torso.

Apolinario tiene 51 años, es de raza Toba-Qom y siempre vivió en El Espinillo. Los estudios médicos que se le practicaron confirman que tiene desnutrición de tercer grado, la más grave. También le diagnosticaron tuberculosis y se corroboró que los bichos de su rancho poseen abundante tripanosoma cruzi es decir, transmiten el chagas. El y sus hermanos, sobrinos y sobrinos nietos esperan que algún día vayan a fumigar, que les llegue asistencia de alimentos y medicamentos y que al menos uno de ellos consiga trabajo. Todos sobreviven gracias a lo que el monte todavía les ofrece para completar la dieta de torta de harina a la parrilla, para lo que apenas alcanzan los 150 pesos por mes de un plan Jefes de Hogar.


Como en Africa
La situación de desastre sociosanitario de los aborígenes del Chaco se apoya sobre datos reveladores y alarmantes Por ejemplo recientemente se detectó un caso de enfermedad extraordinaria en el hospital de referencia regional Julio Perrando de Resistencia Mabel Pino Fernández una aborigen de la zona de El Espinillo de 45 años llegó con 25,5 kilos a la capital provincial cuando fue internada hace tres semanas Esa desnutrición le generó diabetes

"La diabetes vinculada con la desnutrición no se conocía en Argentina y si hay antecedentes hay que buscarlos muy atrás y hay que ver en qué región del país. Lo que sabemos es que actualmente existe en Asia y en Africa. Este es un dato revelador de las complicaciones que se producen cuando se entra en situación de desastre humanitario, como está ocurriendo en la zona", subraya Rolando Núñez, director del Centro de Estudios e Investigación Social Nelson Mandela.


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La falta de agua potable es una de las carencias de los indígenas.

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