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 sábado, 16 de junio de 2007  
Jóvenes: estudiar sí, trabajar no
Según un estudio, los secundarios ven con optimismo su estudio futuro, pero el 50 % prevé un escenario laboral adverso

Matías Loja/ La Capital

Estudiar o trabajar. Esta histórica dicotomía que interpela a muchos estudiantes del último año de la escuela media es atravesada por la realidad nacional. Así, mientras 6 de cada 10 alumnos de los últimos años del secundario ven su futuro mejor que el de sus padres en cuanto a las posibilidades de estudio, el 50 por ciento señala una perspectiva desfavorable con respecto al escenario del mercado de trabajo.

Los datos se desprenden del informe a cargo de la investigadora Inés Dussel, compilado en el libro “Más allá de la crisis”, que recoge la visión de alumnos y profesores de la enseñanza secundaria argentina. ¿Qué imaginan los jóvenes para su futuro?, indaga entre otros temas el estudio dirigido por Dussel, en base a encuestas realizadas a 768 alumnos de 4º y 5º del secundario (2º y 3º del polimodal), y publicado por Santillana. Trabajo en el cual participaron los investigadores Pedro Núñez y Andrea Brito.

De las conclusiones del trabajo se destaca que en relación a la generación de sus padres, los chicos juzgan que están mejor en cuanto a las posibilidades de seguir un estudio (63,5 por ciento), aunque esta mirada contrasta con una perspectiva negativa en cuanto a tener dificultades laborales (48,8 por ciento), tener una vivienda propia (47,2 por ciento), u obtener buenos ingresos (43,3 por ciento).

“En general, el mundo del estudio aparece como un lugar mucho más protegido que el laboral”, sentencia la investigadora Inés Dussel, quien es directora del Area de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de Argentina. Así, y pese a la incertidumbre que les presenta a los chicos la elección de una carrera o formación superior, el mundo del estudio sigue siendo un lugar de contención para los jóvenes, en épocas donde el desempleo y subempleo golpean las puertas de esta franja poblacional.

De todas maneras, esos miedos y dudas que surgen en esta etapa no son para Dussel motivos suficientes como para afirmar que el estudio genere más ansiedades que el futuro laboral, porque “aunque les parece que las posibilidades de trabajar son peores en relación a las generaciones anteriores, se plantean igual una visión donde tanto la formación como el trabajo está presente”.



Panorama adverso



En efecto, y pese al panorama adverso que perciben en relación con el mercado laboral, tan sólo un 9 por ciento de los chicos se ve tras finalizar la escuela media sólo estudiando, mientras que un 4, 6 por ciento se imagina cursando en otra ciudad o en el extranjero. Por el contrario, el 38,7 por ciento se imagina trabajando en algo que le gusta, un 19,8 por ciento estudiando y trabajando, y un 16,5 por ciento en actividades laborales relacionadas con su estudio. Otro dato interesante que arroja el estudio editado por Santillana es que sólo un 3 por ciento de los consultades se imaginan estudiando o trabajando en el exterior, una posibilidad que parecía aún mayor durante la crisis de 2001.

Por ello, la responsable del informe afirma que pese a la visión negativa en cuanto a su futuro laboral, los jóvenes tienen en cuenta que cada vez es más necesaria la calificación, ante un mercado de empleo más competitivo y con mayores requerimientos.

La presencia del trabajo es, de esta manera, un factor de sustancial importancia en los jóvenes que proyectan su futuro al finalizar la enseñanza secundaria. Realidad que se muestra también en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), donde si bien el último boletín estadístico, publicado en marzo pasado, 3 de cada 10 universitarios estudian y trabajan, dicha cifra se incrementa si se tienen en cuenta los alumnos universitarios que realizan algún tipo de pasantías y trabajos eventuales.

Por su parte, el estudio de Dussel aporta que los jóvenes entrevistados manifiestan, en base a su futuro universitario, “miedo a no adaptarse”, “miedo a tener que volver atrás”, a la par que otros expresan que “no saben qué van a seguir”.

Incertidumbre que justifica la emergencia en las facultades y universidades del país de distintos espacios, desde talleres, cursillos y jornadas, que permitan afianzar el transito de la la escuela a la universidad, para revertir el fenómeno que 5 de cada 10 ingresantes a la universidad deserta en el primer año de su carrera.

De todas maneras, Dussel destaca que, pese a la perspectiva contraria que advierten los chicos, “el estudio sigue siendo para el joven un refugio, con derechos y reglas más claras que las del mercado, porque está obligado a alojarlo, mientras que el mercado no”, destaca la directora del Area de Educación de Flacso.


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Seis de cada diez alumnos creen que sus posibilidades de seguir un estudio superior son mejores que las que tenía la generación de sus padres.

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