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 sábado, 12 de mayo de 2007  
Padre e hijo sin hogar viven desde hace meses en el Vilela
El chico de once años sufrió un accidente de tránsito en noviembre y fue operado de una pierna

Belén Travesaro / La Capital

Antonio P. tiene once años, pelo oscuro, tez blanca y viste dark: todo de negro. Su familia está integrada por su papá Juan Carlos y su perra Laisa. Por un accidente de tránsito que sufrió en noviembre del año pasado casi le destrozaron la pierna y tuvieron que operarlo en el hospital Vilela. Le dieron el alta hace dos meses, pero tanto él como su padre tuvieron que quedarse a vivir en el efector porque no tienen adónde ir. Hoy por hoy su hogar está instalado en la sala 4 destinada a pacientes crónicos del centro de salud, ubicado en Virasoro e Italia.

La directora del Vilela, Karen Liljesthrom, dejó en claro que este tipo de historias no son habituales en el hospital pero "existen". El caso más paradigmático es el de un niño que vive allí internado, desde hace seis años (ver aparte).

Lo que sí reconoció Liljesthrom como un problema común es la externación de los pacientes. "Muchas veces no están dadas las condiciones habitacionales para su cuidado como en el caso de pacientes con enfermedades oncohematológicas o que han recibido un trasplante de médula. Allí, hay que esperar que la familia acondicione la vivienda: mejore el estado del techo o las paredes, disponga de luz y agua, si no tiene", agregó la directora del Vilela.


Recuperado
.En el hospital Vilela Antonio P se ganó su fama Suele deambular por los pasillos en silla de ruedas porque su pierna está en rehabilitación luego de una cirugía Ayer La Capital lo encontró así paseando con una remera negra con una calavera estampada al frente Las enfermeras que lo conocen se ríen cuando lo ven y aseguran que ya está en condiciones de caminar En realidad anda en silla de ruedas porque es vago bromean

Para el pequeño, lo peor ya pasó. Sufrió un accidente de tránsito en Biedma y Avellaneda, el barrio donde vivía, en noviembre del año pasado. Padeció múltiples fracturas en la pierna, y los médicos llegaron a evaluar la posibilidad de extirpársela. Pero lo intervinieron quirúrgicamente, estuvo un mes y medio en terapia intensiva y luego internado en sala. Siempre lo acompañó su papá Juan Carlos, hasta que hace dos meses los médicos le dieron el alta.

Según comentaron en los pasillos del hospital, padre e hijo volvieron a su casa, un hogar que habían usurpado, y se encontraron con la sorpresa de que ya la casa poseía nuevos dueños. Como no tenían adónde ir volvieron al Vilela con sus pocas cosas y se quedaron a vivir en una habitación.

Armaron su hogar en la sala 4 del Vilela, destinada a pacientes que tienen problemas crónicos y necesitan de cuidados especiales. Allí comen, ven televisión, duermen y descansan en medio del ir y venir de las enfermeras.

Antonio, que asiste a la escuela del hospital, ya se compró a los médicos y al resto del personal con su afecto. Su padre, que no tiene trabajo fijo, contó Liljesthrom, suele salir del hospital para realizar trámites y deja a su hijo al cuidado del personal de salud.


Buscan vivienda
La dirección del hospital está preocupada por la situación porque mantener a esta pequeña familia cuesta unos 300 pesos por mes Solicitaron en distintos servicios que les consigan una casa Se comunicaron con hogares la Dirección Provincial de Vivienda y Promoción Social pero hasta ahora no tuvieron respuestas

"No es sencillo porque las viviendas que se están construyendo ya están asignadas, y el padre del chico no está anotado en un plan de vivienda", dijo la directora del efector.
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Antonio P. se pasea por los pasillos del Vilela.

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Laisa



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