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 domingo, 06 de mayo de 2007  
Ellos y nosotros

No nació en Europa, ni en Estados Unidos, ni tampoco en Asia occidental. Nació en un lugar lejano, en un momento de distracción del Poder, que se sorprendió cuando ella apareció en escena. Se preguntaron y se preguntan: ¿quién es? Su nombre representa a la primera mujer en la historia, la más célebre. No habrá otra igual. En pocos años hizo lo que una persona normal en varias vidas no podría ni imaginar. Desde el razonamiento común de los mediocres, no les es posible comprender la búsqueda de soluciones para personas a las que no conocía. Su sacrificio personal fue criticado y aún lo es por individuos mezquinos a los que no se les cae una moneda de lata, ni están dispuestos a ningún esfuerzo que no sea para ellos mismos. De haber nacido en el lugar conveniente para el Poder hoy estaríamos festejando un nuevo aniversario de su santificación. Pero no, esta buena mujer tuvo la mala suerte de ser una pecadora que nació en el lugar equivocado y de no pertenecer a ellos, los puros. Es más, los combatió. No fue sumisa. De haber sido así, hoy estaría haciendo milagros.

Cuentan desde hace algunos siglos que la primera mujer fue llamada Eva, pero de ella nada interesa demasiado, salvo que podía hablar con una víbora, lo cual es más que difícil que hacer gárgaras con tachuelas. Después vino lo de la manzana que la primera dama le hizo masticar al primer varón que estaba abstraído pensando cómo era que de un lado tenía una costilla más que del otro. Distracción fatal para la humanidad que todavía tiene como deuda aquella manzana que en esa oportunidad había sido donada por la verdulería del FMI. Esa mujer, que no se sabe cuanto vivió e hizo aquella porquería, sí le sirve al Poder, que así tiene un buen pretexto para hacernos saber por qué todos nosotros fuimos expulsados del paraíso, lugar donde sí quedaron ellos, cerraron el portón y se tragaron la llave. La mujer que nosotros recordamos, Eva, fue parte de un coronel, sabía hablar con millones de personas al mismo tiempo e intuía sus necesidades: a nosotros, su pueblo, nos dio mucho más que fruta. Nos enseñó a ser rebeldes y reclamar lo que nos corresponde. Nos propuso ser libres y sin culpas, aunque comamos manzanas. Ella fue conocida simplemente como Evita.

Roberto Capdevila

(director de la agrupación

Arturo Jauretche)




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