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 sábado, 05 de mayo de 2007  
Un espacio para acompañar el aprendizaje de alumnos sordos

Al Instituto Rosarino de Audición y Lenguaje (Iral) concurren a diario unos 40 chicos sordos (van desde estimulación temprana hasta los 20 años). La escuela —de gestión privada— trabaja en la meta de acompañar a los chicos en sus distintas posibilidades de aprendizaje. En ese objetivo global figura el de formar a los jóvenes para un trabajo, una idea que requiere del interés y compromiso de la comunidad.

Tal como explica la directora del Iral, Ameris Perietti, “la escuela se ha propuesto hacer de guías y acompañar a los alumnos que quieran profesionalizarse en distintos campos ocupacionales específicos, según las posibilidades, intereses y preferencias de cada uno”.

Para la escuela, de Mitre 3824, ayudar a los jóvenes a encontrar un trabajo, especialmente en lo que se han preparado, forma parte de la idea de ayudarlos “en la construcción de sus proyectos personales de vida, trabajo y estudio”, pero además prepararse a tomar decisiones y tener más conocimientos sobre el mundo laboral.

En rigor, la escuela se propone que sus estudiantes logren insertarse, por medio de pasantías —en primera instancia—, al mundo laboral y demostrar lo que saben y sus capacidades. Para estos se trabaja en talleres de capacitación en cuero, carpintería, mimbrería, fotografía, chef, repostería, chapa y pintura, entre otros. Igual, el proyecto de acompañamiento en este proceso de inclusión laboral a los jóvenes abarca otros contenidos de aprendizajes como son la informática, talleres de reflexión grupal y entrevistas, taller de dibujo, taller de teatro y leyes laborales.

Para la directora Perietti esta tarea tiene la doble meta de cumplir con la alfabetización plena de los alumnos y con la integración, en el más amplio de los sentidos. “Entendemos que la inclusión laboral implica instalar una nueva mirada, un nuevo paradigma, un nuevo posicionamiento de la persona con discapacidad auditiva, un pasaje en la centración de la discapacidad a la capacidad del sujeto. Remite a un proyecto de vida, a la posibilidad de elección y deseo personal”, dice la directora.

Y por si quedaran dudas de esta afirmación agrega: “Un adolescente sordo no está ni más ni menos limitado que cualquier otro adolescente, siempre y cuando se le facilite el desarrollo de sus potencialidades creativas e intelectuales, permitiendo la realización de ciertas adaptaciones a las restricciones que impone la falta de audición”.

A este emprendimiento escolar ya se han sumado una imprenta y un taller de chapa y pintura. Ahora van por más acompañamiento de la comunidad.
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La escuela propone que sus estudiantes se inserten en el mercado laboral por medio de pasantías.

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