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 domingo, 29 de abril de 2007  
El día que la F-1 resucitó mitos y dramas del "Gran Nürburgring"

Nürburgring (Alemania).- El mito, el drama y la historia de la Fórmula 1 redivivos en poco menos de media hora: ese fue el tiempo que el alemán Nick Heidfeld tardó en dar tres vueltas al Nordschleife, la legendaria versión de 20,8 kilómetros del circuito de Nürburgring.

Unos 45.000 privilegiados espectadores pudieron disfrutar de unos momentos cargados de emoción y tensión, pese a que no había ningún tiempo que batir ni ningún rival que adelantar. Y de todos los nombres que a lo largo de 80 años de historia elevaron a la categoría de templo deportivo el trazado germano, uno estuvo en la mente de todos los asistentes por encima de los demás: el de Niki Lauda.

Fue la primera vez que un Fórmula 1 voló por el virado recorrido del Infierno verde desde 1976, cuando el austríaco estuvo más cerca de la muerte que de la vida tras su escalofriante accidente en la curva Bergwerk.

La Ferrari de Lauda envuelta en llamas en medio de la pista, su cabeza inerte sobre el cockpit y los desesperados intentos para sacarlo del coche de Guy Edwards, Harald Ertl y Arturo Merzario, los pilotos que se pararon a ayudarlo, se cuentan entre las imágenes más crudas para representar el riesgo del automovilismo. Las perennes cicatrices en su cara servirán también para recordarlo mientras viva.

Lauda se recuperó milagrosamente pese a que incluso se le administró la extremaunción. Pero el incidente dejó otra víctima en la figura del Nordschleife, donde nunca hasta ahora volvió a correr un monoplaza de la categoría reina del motor.


Del recuerdo de Marimón a la consagración de Fangio y Ascari
Demasiados pilotos se habían dejado la vida en su asfalto. El primero en la Fórmula 1 fue el argentino Onofre Marimón, en 1954. Le siguieron John Taylor y Gerhard Mitter, en 1969, pero otros muchos perecieron en otras categorías del automovilismo.

Al mismo tiempo, sin embargo, el Nordschleife pasó a la eternidad como símbolo de pericia y habilidad con el volante. La bajada de Hotzenbach, el badén de Flugplatz, donde los Fórmula 1 literalmente despegaban, los inolvidables carruseles de Caracciola y del Cisne o curvas como Brunchen y Pfanzgarten son nombres donde se consagraron mitos como Juan Manuel Fangio, Alberto Ascari, Stirling Moss o Jackie Stewart.

Todo ello quedó reservado desde hace 31 años para carreras de resistencia y para los aficionados nostálgicos que, previo pago, podían circular con sus coches de calle. Parte del circuito se reformó en 1984 para adaptarse a la Fórmula 1 moderna. Tras sucesivas modificaciones, ahora es un ejemplo de seguridad, pero gran parte de su magia se quedó en la vieja pista entre los bosques.

Por eso Heidfeld estaba en una nube cuando se bajó de su BMW-Sauber. “Este circuito es el más bonito del mundo. Me hubiera gustado vaciar el depósito dando vueltas”, afirmó el piloto, que actualmente es cuarto en el Mundial de Fórmula 1. “Fue un momento muy especial cuando dejé el circuito actual en dirección al Nordschleife”.

Heidfeld rodó con un bólido del año pasado, con neumáticos de exhibición, una transmisión adaptada especialmente para la cita y la suspensión elevada al máximo, cuatro centímetros delante y ocho atrás, para evitar los numerosos baches del asfalto.

Además, el manager del equipo, Beat Zehnder, siguió al bólido en todo momento en un helicóptero, desde el que se pudo comunicar por radio con el piloto.

Aparte de eso, sólo quedaba cruzar los dedos. “Le imploramos a Nick que tuviera mucho cuidado”, reveló el jefe del equipo, Mario Theissen.

Pero los fantasmas estaban también de celebración, y Heidfeld pudo completar tres vueltas con un mejor tiempo de 8:34 minutos. Lejos de los 6:11 minutos con que el alemán Stefan Bellof estableció el récord absoluto del circuito en 1983 a los mandos de un Porsche 956, pero suficientes para alcanzar los 275 kilómetros por hora y disfrutar cada detalle del trazado.

“Realmente me estremecí cuando pasé por Bergwerk y en la recta de Döttinger Höhe. Nunca olvidaré este día mientras viva. Ahora tengo otra experiencia particularmente especial que añadir a muchos recuerdos fantásticos de mi niñez y de éxitos en competición”.

“Lo volvería a hacer”, sentenció el piloto. Pero Theissen se apresuró a aclarar que ya había pasado suficientes apuros viendo a su piloto y su bólido pasar a toda velocidad cerca de los árboles: “Se trató de una acción única”.

Theissen, el principal promotor de la iniciativa, recibió una felicitación muy especial en la llamada telefónica de su gran competidor, el jefe deportivo de Mercedes Norbert Haug. Pero el mayor reconocimiento le llegó de los enfervorizados espectadores que aplaudieron sin parar en el circuito y de los miles de aficionados que lo agradecieron en todo el mundo. El “Gran Nürburgring”, el Nordschleife, resucitó por un día para la Fórmula 1. (DPA)


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