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 domingo, 22 de abril de 2007  
Binner, con todo el tiempo a favor

Jorge Obeid admitió que ante una eventual derrota del peronismo, el 2 de septiembre próximo, la mayoría del partido lo hará responsable. La ley de lemas es para algunos muchachos justicialistas como una novia que nunca se olvida.

  Vinculado a esto, una lucubración teórica ensayada desde aquí, en el mismo momento en que el sistema electoral que tantas satisfacciones le había dado al oficialismo fue enviado al fondo del mar, empieza a tener valor empírico: la clave para el justicialismo será que una vez superado el proceso interno (que queda aún demasiado lejos) cobren realismo esas viejas máximas que forman parte de su liturgia.

  ¿Para un peronista no habrá nada mejor que otro peronista? ¿Primero la patria (en este caso la provincia), luego el movimiento y por último los hombres? El 10 de diciembre se escribió en esta columna que la única alternativa que le quedaba al PJ era evitar filtraciones y aferrarse al principio que sostiene: el que gana gobierna y el que pierde acompaña. El mismo razonamiento en el que abrevó ahora un estudio cualitativo de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), cuyos sondeos fueron los que más se acercaron a la verdad en las últimas elecciones.

  Rafael Bielsa o Agustín Rossi deberán encolumnar a todo el partido detrás y lograr algún canto de sirena que entusiasme a la franja de independientes (15 por ciento de los electores) para que ingrese al cuarto oscuro y ponga en la urna la boleta de la escudería oficial. Por primera vez desde la primavera del 2002 Obeid respondió por qué cambió de opinión respecto a sus propias palabras. Vale la pena recordar el imperdible cruce de opiniones sucedido durante un asado en la Quinta de Olivos.

  “¿Hermes, vos vas a ser candidato a gobernador?”, le preguntó un distendido Eduardo Duhalde a Hermes Binner, quien con el rabillo de su ojo derecho observó que un periodista estaba atento a la escena. “No, ¿para qué? Si no me sacan la ley de lemas...”, dijo el intendente de Rosario. “Che, Lole, sacale la ley de lemas a Binner para ver si puede ser gobernador de una buena vez”, chicaneó el presidente de la Nación. “Cabezón, yo no tengo nada que ver. El que no quiere es Obeid”, despejó el titular de la Casa Gris. Ahí, el bonaerense levantó la voz, y antes de servirse un vaso de Terma, buscó al santafesino (sentado unos metros al costado derecho del jefe del Estado) y levantó la voz: “Turco, ¿por qué no querés sacarle la ley de lemas a Binner?”. Obeid se paró y, justo detrás de este cronista, espetó una sentencia ciento por ciento peronista: “Lo que sirve no se toca”.

  La semana pasada se le preguntó al gobernador por qué lo que había servido tanto finalmente se tocó. “Se tocó porque la ley de lemas generó cosas poco claras y se volvió sospechosa. Yo sé que muchos, si gana Binner, me van a endilgar la derrota”, justificó, previendo cómo será el estado de las cosas si después de casi 25 años en el poder debe calzarle los atributos a un opositor.

  Fuera de los micrófonos, les comenta a sus allegados que si el régimen se mantenía la oposición iba a hacer de Santa Fe “un segundo caso Misiones” y que él no estaba dispuesto a soportarlo.

  En síntesis: para que Bielsa o Rossi se calcen la banda, Néstor Kirchner, el propio Obeid y Reutemann tendrán que estar alineados y no en falsa escuadra como en el 2003 y en el 2005.

  Hace cuatro años, el Lole cosechó 800 mil votos tras una inundación que se tragó a la ciudad de Santa Fe, porque decidió matar o morir con las botas puestas. Luego de aquella polémica foto con Carlos Menem a la salida de Canal 3 y pese al súbito brote de “kirchnerismo progresista”, la sociedad le reconoció haber mantenido el timón de la economía cuando todo se desbarrancaba en el 2001 y haberse subido a una lancha para rescatar inundados durante madrugadas enteras.

  Hoy, el cielo para el peronismo se ha puesto otra vez a llorar como una maldita conspiración de la naturaleza.

  Los comicios santafesinos han quedado opacados por la extraordinaria magnitud mediática de las elecciones porteñas. Allí habrá primera vuelta y ballottage antes de que en la provincia se realicen las internas. ¿Cómo repercutirá una estruendosa derrota de Daniel Filmus, apéndice de la Casa Rosada, en las compulsas provinciales? Tal vez obligue al santacruceño a dejar de lado a la pingüina como contendiente presidencial e ir él mismo por la reelección. ¿En este caso la postulación de Daniel Scioli se convertirá en una borrasca?

  Las proyecciones no son alentadoras para el presidente: Capital Federal, Neuquén (pese al asesinato del docente Carlos Fuentealba), Córdoba, Mendoza y Santa Fe oscurecen el panorama. Se sabe que un triunfo de Scioli no provocará euforia en Balcarce 50. La candidatura del ex motonauta va de la mano de un dicho que jamás pasa de moda: “La necesidad tiene cara de hereje”.

  Los casi 650 mil votos que Binner cosechó en el 2005 parecen mantenerse intactos, aunque la presencia en cancha de la fórmula radical Alicia Tate-Juan Carlos Millet pone optimistas a algunos (pocos) operadores llegados de tierras ajenas a la bota. Fuentes del socialismo desmintieron que haya malestar en el ala política (léase el partido) por el primer lugar concedido a Carlos Fascendini en la nómina de candidatos a diputado provincial en desmedro de Eduardo Di Pollina. “Se dijo desde siempre que el primer lugar era para un radical, en eso no hubo mayores cuestionamientos”, dijo a este diario un calificado informante del PS.

  Binner tiene más de dos meses para recorrer la provincia sin un contrincante a la vista. Desde su búnker visualizan que un 55 por ciento de votos en Rosario y una muy buena elección en Santa Fe neutralizarán cualquier derrota en distritos del interior profundo de la provincia.

  A la hora de confeccionar su lista a diputado, Elisa Carrió no le pudo torcer la mano al ex intendente: Pablo Javkin, uno de los pollitos de Lilita en la ciudad, fue poco menos que fondeado al número 21 de la nómina. En cambio, Alicia Gutiérrez, del sector menos allegado a la ex legisladora chaqueña, aparece en el tercer lugar.

  El candidato del Frente Progresista está con las defensas altas tras haber impuesto a Griselda Tessio como compañera de fórmula. La ex fiscal no le aporta un caudal de votos extra, y mucho menos tras su desafortunada analogía: “Nosotros (por la oposición) tenemos la poesía y ellos (por los peronistas) las armas”. Una frase casi salvaje que no tuvo reacción en un justicialismo santafesino adormilado y sin reflejos.

  Obeid es de ahora en más una pieza clave para mantener en pie al oficialismo hasta que sobrevengan las internas. “Voy a terminar mi gestión a toda orquesta”, apuntaló la semana pasada, confiando en que los ciudadanos sabrán reconocerle la buena administración ejercida durante la segunda parte del mandato iniciado en el 2003. Sabe mejor que nadie que la fuga de votos peronistas es el mayor peligro para que el PJ festeje las bodas de plata en el poder.

  La ley de lemas fue la compuerta que estuvo cerrada desde el 91 y evitó las filtraciones. Ahora todo es incertidumbre.

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Binner y Obeid.

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