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 domingo, 22 de abril de 2007  
Esa cosa llamada edad

Me angustia terriblemente la edad que tengo. Mejor dicho el sistema provoca esta angustia, ya que por ser mayor de 30 pasé a ser sinónimo de incapacidad, irresponsabilidad, incompetencia, carencia de proyectos y de solidaridad.

Tengo 56 años y hace cuatro meses me recibí de enfermera profesional, tengo el título en la mano y me pregunto para qué años de esfuerzo, de dedicación, de renuncias y muchas ganas de llegar a la meta. He tocado a muchísimas puertas, incluso a nivel municipal, pero no tengo cabida allí. Parece que para muchos profesionales el objetivo es ese, ya que como me lo han expresado: una vez que entrás, trabajás menos, cobrás y no te pueden echar.....Hay excepciones. También comprobé, buscando trabajo, que este es un pais de acomodo, palanca o como quiera llamársele. A partir de los 50 se percibe una mayor responsabilidad ante la vida y el trabajo, una seguridad que da la experiencia acompañada con el saber de cada profesión, una mayor comprensión del otro, sobre todo en el ámbito de la salud. Puedo decir, y con conocimiento, que una persona de mi edad se encuentra en la plenitud, vital y con ganas de proyectarse. Y por esa razón se propuso un objetivo sabiendo a conciencia que lo podía lograr, pero el sistema es cruel y la mayoría de las veces piensa en su propio beneficio... Miremos un poquito a nuestro alrededor, indaguemos sobre la salud pública, recorramos los hospitales públicos, tantos geriátricos que han aparecido como mero negocio. Quiero a este país, quiero a mi gente, estoy dispuesta a ir adonde me necesiten (creo que por esta razón el territorio es extenso), basta de leyes y números de documento que impidan el desarrollo de la persona y el beneficio de los que tanto nos necesita. Me solidarizo con todos los que están en mi situación y pensemos en la forma de cambiar esto para ser ayudados y poder ayudar. Quiero dejar de pensar que los valores absolutos y universales se han convertido en relativos o antivalores.

Susana Hofer

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